Una sentencia judicial sin precedentes, emitida en California, ha determinado que entrenar inteligencia artificial con material protegido por derechos de autor puede considerarse “uso justo”, siempre que el proceso sea “excepcionalmente transformador”. El caso, conocido como Bartz v. Anthropic, establece un punto de inflexión para las tecnológicas que desarrollan modelos lingüísticos a gran escala.
Innovar sin replicar: la IA como acto creativo
El tribunal reconoció que los modelos como Claude —desarrollado por Anthropic— no copian textos, sino que los interpretan y abstraen patrones para generar contenido original. El juez, William Alsup, con una metáfora precisa, comparó esta actividad con la de un lector que aprende escribiendo, subrayando que no se sustituye la obra original ni se perjudica su valor comercial.
“Como cualquier lector que aspira a ser escritor, los modelos de lenguaje de Anthropic se entrenan con obras no para adelantarse y replicarlas o reemplazarlas, sino para girar un recodo difícil y crear algo diferente.”
Esta validación ha sido celebrada por la industria tecnológica. Empresas como OpenAI, Meta y Microsoft podrían ahora invocar este fallo en sus propias batallas legales, utilizando el “uso justo” como escudo jurídico para sus procesos de entrenamiento.
Una victoria con grietas: la sombra de la piratería
Pero no todo fue favorable para Anthropic. El mismo fallo dejó claro que la compañía incurrió en prácticas ilegales al almacenar más de siete millones de libros pirateados, descargados desde sitios como LibGen y Books3. A diferencia de los textos escaneados de forma legal, estas copias ilícitas no están protegidas por la doctrina del uso justo.
El matiz es contundente. El contenido puede ser transformador, pero la vía de adquisición importa. El tribunal fue tajante al separar el objetivo del medio. Comprar libros, digitalizarlos y destruirlos posteriormente es una práctica admisible; descargar contenidos desde fuentes ilegales, no.
Lo que se viene: sanciones y nuevas reglas de juego
Este punto será el eje de un segundo juicio ya programado, en el que se decidirá si Anthropic debe pagar indemnizaciones que podrían alcanzar cifras multimillonarias. Se trata de un recordatorio severo para las empresas de IA, innovar no puede ser sinónimo de evadir la ley.
El fallo también siembra un debate urgente sobre cómo equilibrar el desarrollo de tecnologías transformadoras con el respeto a los derechos de autor. En un entorno donde la IA avanza más rápido que la legislación, este precedente podría convertirse en el marco de referencia global para futuras disputas.
¿Innovación responsable o vulneración sistemática?
Este caso no sólo impactará el futuro legal de otras demandas activas, sino que fuerza a la industria a reformular sus prácticas. ¿Es posible entrenar modelos de IA con contenidos protegidos sin erosionar la propiedad intelectual? Y sobre todo, ¿será este fallo suficiente para marcar un camino legal coherente en un campo aún en construcción?
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