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Robinhood, la plataforma de trading, irrumpió esta semana en el mercado europeo con una propuesta disruptiva: “tokens de acciones” que permiten adquirir exposición a más de 200 valores estadounidenses, entre ellos gigantes tecnológicos como Apple, Microsoft o Nvidia. Pero lo que más ha llamado la atención es la inclusión de tokens vinculados a empresas privadas de alto perfil, como SpaceX y OpenAI, que generaron tanto entusiasmo como controversia.

Este anuncio disparó las acciones de Robinhood, que alcanzaron un máximo histórico tras subir cerca de un 12–13 %, parte de la notable ganancia del 41 % registrada durante junio. La compañía enfatiza que estos tokens están respaldados por acciones reales custodiadas por ella, operando sobre una infraestructura blockchain que inicialmente emplea Arbitrum, con planes de migrar a una red propia para permitir una liquidación 24/7.

Como gancho promocional, Robinhood ofreció 5 euros en tokens de OpenAI y SpaceX a los usuarios europeos que abrieran cuenta antes del 7 de julio. Sin embargo, OpenAI salió al paso de inmediato. En un comunicado publicado en X (Twitter), la empresa aclaró que no ha autorizado ni avalado la iniciativa, y advirtió que dichos tokens no representan acciones ni propiedad directa de la compañía. 

La startup fue clara: “estos ‘tokens OpenAI’ no son acciones de OpenAI; no nos asociamos con Robinhood, ni lo avalamos” y advirtió sobre la necesidad de su aprobación para cualquier transferencia real de equidad. Incluso recordaron que no dieron permiso para el piloto ni para la recogida de fondos mediante estos tokens, instando a los inversores a actuar con cautela.

Robinhood, por su parte, explicó que la promoción de tokens se realiza a través de un vehículo de propósito especial (SPV) del que ellos tienen participaciones, no mediante una venta directa de acciones de OpenAI. Es decir, los usuarios están comprando contratos tokenizados cuyo valor sigue el de las acciones subyacentes, pero sin derechos de voto ni acción directa en la empresa.

Este episodio pone de relieve los desafíos de la tokenización de activos reales (RWA): el interés que suscitan, la complejidad legal y regulatoria, y el riesgo de confundir a los usuarios. En Estados Unidos, estos tokens aún no cuentan con el respaldo regulatorio adecuado, aunque plataformas como Kraken o Coinbase ya exploran iniciativas similares fuera del país.

Mientras tanto, OpenAI refuerza que cualquier transacción de equidad debe pasar por su consejo y esquemas de autorización formal. La reacción de SpaceX ante esta oferta sigue pendiente de confirmación pública. Por su parte, Robinhood considera este movimiento un paso para “sembrar algo mucho más grande” en la digitalización de mercados financieros

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