En 2025, distinguir lo real de lo generado por inteligencia artificial es una tarea con trampa. La intuición ya no basta. Las imágenes falsas están mejor hechas, mejor distribuidas y mejor disfrazadas. TheDetector es una página web que permite analizar imágenes y videos para saber si han sido generados por inteligencia artificial. No garantiza certezas absolutas, pero ofrece una señal: un indicio para quien sospecha, una advertencia para quien duda. No desmonta la imagen, pero abre una grieta desde la que empezar a mirar con más atención.
El clic que lo cambia todo
El mecanismo es simple: subes una imagen, pegas un enlace o arrastras un archivo. En segundos, la página responde si ese contenido ha sido generado por inteligencia artificial. No se queda ahí. También ofrece una extensión para Chrome que detecta imágenes en tiempo real en redes como X, Instagram o Reddit. Como un radar que se activa al pasar el cursor. Pero el gesto cotidiano —ver, hacer scroll, compartir— ya no es inocente. La sospecha se cuela en cada clic.
Pequeños errores que lo delatan
TheDetector busca detalles que no se ven, pero que están ahí. Artefactos en los píxeles, patrones repetidos, compresiones poco naturales. El tipo de rastro que dejan los generadores de imágenes al intentar imitar la imperfección humana. La herramienta se apoya en modelos de aprendizaje automático entrenados con miles de imágenes reales y artificiales. Y hace lo que haría un especialista en análisis forense, pero en versión exprés. No es la única. Hive Moderation, InVID WeVerify o SynthID —la solución de Google— también se mueven en este terreno. Pero TheDetector destaca por algo poco habitual, es gratuita, rápida y pensada para usuarios comunes, no solo para medios o plataformas.

Resultados The Detector fotografia real
Una necesidad que llegó para quedarse
Según datos recopilados por Cadena SER en enero de 2025, plataformas de detección como VerifAI identificaron cientos de miles de videos manipulados que circulaban en redes, campañas y fraudes digitales. En la mayoría de los casos, ya habían sido vistos por miles de personas. Los deepfakes ya no son una rareza. Forman parte del flujo diario de imágenes. Y muchas veces, funcionan porque nadie los cuestiona. Herramientas como esta no nacen del entusiasmo tecnológico, sino de una urgencia.
La letra pequeña también importa
No todo es transparente. Al subir una imagen a TheDetector, se ceden temporalmente los derechos de uso. No se explica con detalle qué sucede después. ¿Se almacenan? ¿Se usan para entrenar modelos? ¿Se eliminan? Es un aviso habitual, pero revela una tensión de fondo: para verificar, también hay que entregar algo. Tampoco es infalible. Si una imagen fue generada por un modelo muy reciente o poco conocido, es posible que pase desapercibida. La carrera entre quienes crean simulaciones y quienes intentan detectarlas es desigual. Y rápida.
Una mirada que aprende a mirar
TheDetector no resuelve el problema. Pero plantea una nueva forma de enfrentarlo. Convertir la verificación en un hábito cotidiano. Hacer que dudar no sea sinónimo de desconfianza, sino de atención. Que un clic sobre una imagen sea también una forma de resistencia.
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