En el segundo trimestre de 2025, los gigantes tecnológicos —Microsoft, Alphabet (Google) y Meta— presentaron resultados financieros sólidos impulsados por la creciente demanda de servicios basados en inteligencia artificial (IA). A pesar de registrar niveles históricos de gasto de capital, los inversores mantienen su confianza en la visión de que la IA se está convirtiendo en el motor principal del crecimiento corporativo.
Microsoft proyecta invertir un récord de 30 000 millones de dólares en el trimestre actual, después de haber visto ventas de Azure que superaron los 75 000 millones en el último año fiscal. La adopción de sus herramientas de IA, incluida M365 Copilot con más de 100 millones de usuarios mensuales, ha sido clave para este repunte. Por su parte, Alphabet elevó su previsión de gasto anual hasta 85 000 millones y alcanzó los 450 millones de usuarios mensuales de su asistente Gemini. Meta también amplió su presupuesto de capital a entre 66 000 y 72 000 millones, aunque con costes elevados por los centros de datos y el talento especializado.
Estos gigantes tecnológicos están apostando a lo grande por la infraestructura de IA. En 2025 combinan inversiones en hardware, centros de datos y desarrollo con expectativas de retorno a medio y largo plazo. Según analistas de Goldman Sachs y UBS, el total invertido por estas compañías ya supera los 300 000 millones de dólares, frente a los 246 000 millones de 2024. Mientras tanto, expertas como las del Financial Times advierten del peligro de sobreinversión basada en la ilusión de que “si lo construyes, vendrán” —la falacia del Field of Dreams— lo que podría salpicar los márgenes futuros si los beneficios no se materializan.
Una nota de preocupación proviene del aumento en depreciación y amortización: Microsoft pasó de un retorno sobre activos invertidos del 80 % en 2021 a menos del 40 % en 2025, a medida que el capital invertido se vuelve más pesado. Sin embargo, los resultados recientes —ingresos y acciones al alza— han reforzado el ánimo inversor: Microsoft y Meta sumaron conjuntamente unos 500 000 millones de dólares en valor de mercado tras sus ganancias.
No obstante, el entorno es complejo: las presiones arancelarias de EE. UU., especialmente sobre importaciones tecnológicas, generan incertidumbre y erosionan márgenes en sectores como el hardware y los semiconductores. Empresas como Qualcomm y Arm han revisado previsiones y sufrido caídas en bolsa, reflejo de los temores sobre la sostenibilidad del crecimiento.
El dilema central para Big Tech hoy es: ¿pueden justificar los gigantescos gastos en IA mediante mejoras reales en eficiencia y productividad? Hasta ahora, la respuesta parece afirmativa para los inversores, aunque con un ojo crítico centrado en los márgenes futuros y la capacidad de traducir toda esa infraestructura en valor sostenible.
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