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Las gigantes tecnológicas estadounidenses viven un momento alcista, impulsadas por resultados récord y una administración favorable en Washington que actúa como carta bajo la manga en su ofensiva contra la regulación europea. Los beneficios presentados en julio muestran un crecimiento espectacular: Amazon registró un incremento cercano al 50 % hasta los 35.291 millones de dólares; Meta elevó sus ganancias un 35 %, alcanzando los 30.557 millones; Microsoft avanzó un 15,5 % hasta los 88.965 millones; Alphabet obtuvo 62.736 millones (+32,7 %), y Apple superó récords con 84.544 millones (+7 %).

Sin embargo, este panorama favorable contrasta con la presión normativa europea. La Ley de Servicios Digitales (DSA) ha permitido a la Comisión Europa iniciar expedientes sancionadores: X (antiguo Twitter) enfrenta acusaciones por riesgos operativos, moderación de contenidos, transparencia publicitaria, interfaces engañosas y acceso de la investigación. Previamente, la UE ya ha impuesto sanciones importantes en el marco de la competencia, como los 787 millones de euros a Meta, los 2.400 millones a Google o los más recientes 500 millones a Apple.

Dentro de este contexto, la Administración del presidente Trump ha movilizado sus recursos diplomáticos para frenar estas regulaciones: según Reuters, ha ordenado a sus embajadores y diplomáticos desplegar una campaña de lobby en países europeos, argumentando que Bruselas impone restricciones “indebidas” a la libertad de expresión y buscando que las normativas como la DSA sean derogadas o modificadas.

Este entramado de sectores coincide con el fortalecimiento del vínculo entre las ‘big tech’ y el Ejecutivo estadounidense, que ha favorecido su expansión mediante contratos públicos, muchos de corte militar o de seguridad. Ejemplo paradigmático es Palantir, que firmó recientemente un contrato por valor de 10.000 millones de dólares para proveer soluciones de inteligencia artificial y gestión de datos al ejército.

En definitiva, estas empresas transitan una doble senda: gozan de un entorno doméstico relajado, donde políticas favorables y aprobaciones gubernamentales benefician su negocio; al mismo tiempo, combaten regulaciones europeas que buscan preservar derechos democráticos y la competencia, recurriendo al poder diplomático estadounidense como escudo frente al marco legal europeo, cada vez más convincente.

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