La posibilidad de que la inteligencia artificial (IA) permita reducir drásticamente la jornada laboral —con algunos CEO hablando ya de una semana de tres días de trabajo— está ganando visibilidad. Figuras como Bill Gates, Jensen Huang (de Nvidia), Eric Yuan (Zoom) o Jamie Dimon (JPMorgan) están entre los que plantean que la IA podría no solo automatizar tareas básicas, sino también liberar tiempo de trabajo humano, cambiando de raíz el esquema tradicional de cinco días laborales.
Bill Gates ha manifestado en varias entrevistas que una sociedad donde solo haya que trabajar tres días a la semana podría ser posible si las máquinas se encargan de producir lo esencial (alimentación, manufactura básica). Jensen Huang por su parte considera que nos encontramos apenas al inicio de la revolución de la IA, pero que los avances podrían hacer viable la reducción de días laborales, aunque advierte que no todos los sectores podrán beneficiarse por igual.
Jamie Dimon matiza un poco más: en octubre de 2023, predijo que podría llegarse a una jornada de 3,5 días laborales semanales como parte de la próxima generación, gracias a la IA. Eric Yuan también ha dicho en entrevistas que si la IA puede mejorar nuestras vidas, merece preguntarse por qué mantener la norma de trabajar cinco días.
Sin embargo, estas predicciones presentan varias advertencias importantes. En primer lugar, la reducción a tres días no se contempla como algo inmediato ni universal: dependerá mucho del tipo de trabajo, del grado de automatización posible, de regulaciones laborales, de aceptación social y del modelo empresarial. Muchos empleos de servicios, atención al cliente, sanidad, logística, educación —aquellos que requieren presencia física, trato humano directo o que no pueden automatizarse fácilmente— podrían no verse beneficiados o podrían incluso quedar excluidos de reducciones similares.
También hay otro punto de tensión: cómo se compensarán los trabajadores si trabajan menos días. Reducir días sin disminuir salarios es una promesa poderosa, pero difícil de implementar en muchos sectores y en economías con márgenes ajustados. Más aún, hay incertidumbre sobre el impacto real de estas políticas en productividad, desigualdad, esfuerzo extra en menos días, salud mental, etc.
En resumen, aunque hay voces influyentes señalando que la IA podría allanar el camino hacia una semana laboral de tres días, este escenario sigue siendo especulativo en muchos aspectos. No se trata de una propuesta legislada todavía a gran escala ni de una práctica generalizada; más bien, es una hipótesis que abre un debate necesario sobre cómo equilibrar la automatización, la productividad y el bienestar humano.
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