Huawei acaba de dar un paso audaz en el tablero tecnológico mundial. En su conferencia Huawei Connect celebrada en Shanghai, la empresa dio por primera vez una hoja de ruta clara para su negocio de chips y supercomputación, dejando atrás años de hermetismo.
El anuncio más resonante fue su ambiciosa línea de Ascend para inteligencia artificial y su serie de servidores Kunpeng. Huawei ha revelado que planea lanzar sucesores al chip Ascend 910C: primero el Ascend 950 el próximo año, luego el 960 en 2027, y el 970 en 2028. Paralelamente, ha detallado vehículos de alto rendimiento computacional llamados supernodos, capaces de agrupar muchos chips y operarlos en conjunto: el Atlas 950, previsto para el cuarto trimestre de 2026, admitirá 8.192 de estos chips; el Atlas 960 para 2027 llegará a 15.488.
Otro punto clave: Huawei asegura haber desarrollado memoria de alta anchura de banda (high-bandwidth memory, HBM) propia, algo dominado hasta ahora por empresas surcoreanas como SK Hynix y Samsung. A esto se añade una política de “ciclo de lanzamiento de un año y duplicar la capacidad de cómputo en cada versión”, lo que indica ritmos muy agresivos de innovación.
Este movimiento parece tener también trasfondo estratégico. En las últimas semanas, China ha elevado su presión regulatoria sobre Nvidia, el líder extranjero en chips de IA, acusándole de violaciones de la ley antimonopolio y ordenando que grandes compañías nacionales detengan compras o cancelen pedidos de chips de esa firma. El anuncio de Huawei llega justo antes de una reunión entre los presidentes Xi Jinping y Donald Trump, lo que lo hace coincidir con un momento de simbolismo diplomático, de cara a mostrar progreso tecnológico propio.
Sin embargo, los retos siguen siendo muy elevados. Aunque Huawei y otras empresas chinas han hecho avances, los expertos señalan que los chips de Nvidia aún superan a los de China en rendimiento. Además, las restricciones de EE.UU. sobre exportaciones tecnológicas y los obstáculos que impone la dependencia de litografías avanzadas (y de procesos de fabricación muy sofisticados) siguen pesando.
En síntesis, Huawei está manifestando una nueva fase: más exposición pública, planes ambiciosos y clara rivalidad con Nvidia. No solo se busca reducir la dependencia exterior, sino también posicionarse como un actor global serio en inteligencia artificial, chips y supercomputación. Si cumple con los plazos prometidos, podría transformar el paisaje competitivo, pero el margen de error tecnológico y de suministro es estrecho. La carrera empieza ya, con apuestas altas.
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