Del plano a la tierra (y al subsuelo)
OpenAI, en alianza con Oracle y SoftBank, ha anunciado la construcción de cinco nuevos centros de datos bajo la iniciativa Stargate. Lo que comenzó como una declaración de intenciones se materializa ahora en obra civil, cableado de alta tensión y contratos energéticos de largo alcance. No es solo infraestructura para sostener modelos de lenguaje, es una operación de conquista silenciosa que recuerda a los grandes despliegues industriales del siglo XX (aunque ahora, sin humo visible).
De Texas a Ohio, con una parada en el desierto
Tres de los nuevos centros estarán impulsados por Oracle y OpenAI, en Shackelford County (Texas), Doña Ana County (Nuevo México) y una ubicación aún no revelada en el medio oeste estadounidense. Las otras dos, lideradas por SoftBank a través de SB Energy, se ubicarán en Lordstown (Ohio) y Milam County (Texas). Todas comparten un diseño similar, entre 1 y 2 gigavatios de capacidad cada una, sumándose al campus que ya funciona en Abilene (Texas), donde se perfila también una posible ampliación.
Una escala que ya no cabe en la metáfora
La hoja de ruta prevé hasta 500.000 millones de dólares en inversión. Con el objetivo de desplegar más de 10 gigavatios de potencia antes del final de la década. Para qué nos entendamos, un gigavatio puede alimentar a cientos de miles de hogares. Aquí habrá diez. No es solo una granja de servidores, es una red de reactores sin uranio. Y ya han empezado a instalar racks con chips NVIDIA GB200, optimizados para IA generativa y entrenamientos masivos.
Agua, calor, silicio (y algunos empleos)
Además de chips, estos centros necesitan agua. Mucha. En regiones como el oeste de Texas, donde el estrés hídrico ya es visible, la refrigeración masiva de servidores no pasa desapercibida. Tampoco lo hacen las demandas eléctricas, que obligan a acuerdos con operadores energéticos locales.
Según OpenAI, la construcción generará 25.000 empleos directos. Pero la cifra se diluye cuando se compara con la escala energética del proyecto. Aquí, lo que pesa es el flujo: de datos, de energía y de capital.
Menos dependencia, más preguntas
Con Stargate, OpenAI gana autonomía frente a gigantes como Microsoft y Amazon Web Services. La lógica es que si el modelo escala, la infraestructura también debe hacerlo. Pero la concentración de recursos también deja preguntas sobre competencia, transparencia y sostenibilidad a largo plazo.
Reuters apunta que parte de la financiación aún está en negociación, y que buena parte del megaproyecto depende de deuda. La magnitud del riesgo escala al ritmo del anuncio.
Un modelo replicable (si hay energía)
Sam Altman ya ha dejado caer la idea de una versión europea de Stargate. Pero allí, el tablero es distinto, soberanía digital, regulación energética y límites ambientales más estrictos. Mientras tanto, China y Emiratos aceleran sus propias infraestructuras para IA. La carrera no es solo por la inteligencia artificial, sino por el terreno donde pueda crecer sin cortocircuitos.
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