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Meta anunció que comenzará a utilizar los datos de las conversaciones que los usuarios mantengan con sus asistentes de inteligencia artificial en WhatsApp, Instagram y Facebook para ofrecer anuncios más personalizados. Con este movimiento, la compañía de Mark Zuckerberg busca reforzar su principal fuente de ingresos: la publicidad segmentada.

Hasta ahora, la publicidad de Meta se basaba en información como la actividad en la plataforma, páginas seguidas o intereses detectados en la navegación. El cambio supone añadir una nueva capa de datos: lo que cada persona comparte directamente con la IA.

Cómo funcionará este sistema

Cuando un usuario pregunte a la IA de Meta por recomendaciones —por ejemplo, de ropa, restaurantes o viajes—, esa información podrá traducirse en anuncios más ajustados a sus preferencias. Meta insiste en que no se trata de leer los chats privados entre usuarios, sino únicamente las interacciones con el asistente virtual.

La compañía lo presenta como un beneficio para los usuarios, que recibirán publicidad más “relevante”. Sin embargo, para críticos y expertos en privacidad, este paso confirma la ambición de Meta por convertir cualquier dato en un insumo para su maquinaria publicitaria.

Un nuevo frente en el debate sobre la privacidad

El anuncio ha generado preocupación inmediata. Organizaciones de defensa digital y voces en redes sociales señalan que, aunque Meta hable de transparencia, la práctica consolida un modelo en el que la privacidad queda subordinada al negocio.

El debate no es nuevo: el recuerdo de Cambridge Analytica y otros episodios en los que la compañía fue acusada de abusar de los datos sigue muy presente. Ahora, la polémica se traslada al terreno de la inteligencia artificial, donde la línea entre “asistente útil” y “herramienta de vigilancia comercial” se vuelve más difusa.

Críticas y reacciones

Medios especializados y usuarios en redes sociales han mostrado preocupación. El recuerdo de escándalos pasados como Cambridge Analytica todavía pesa, y muchos consideran que se repite el patrón de “privacidad a cambio de servicios gratuitos”.

En portales tecnológicos como Hipertextual se señala que, aunque Meta intente presentar el cambio como inevitable, en realidad la compañía está reforzando el modelo de negocio basado en la explotación masiva de datos.

La respuesta de Instagram: “No escuchamos tu micrófono”

En medio de la polémica, Adam Mosseri, responsable de Instagram, negó que la aplicación utilice el micrófono de los dispositivos para espiar conversaciones privadas con fines publicitarios. Según sus palabras, con la cantidad de información que Meta puede obtener de las interacciones con la IA, ni siquiera sería necesario recurrir a métodos de ese tipo.

La aclaración busca frenar una creencia extendida entre los usuarios: la idea de que Instagram “escucha” las conversaciones para luego mostrar anuncios relacionados. Aunque Mosseri descartó esa práctica, no negó que los chats con la IA se usarán como materia prima para segmentar anuncios.

La respuesta oficial, en lugar de cerrar la polémica, abrió nuevos interrogantes: si Meta asegura que no necesita usar el micrófono porque ya dispone de suficientes datos, ¿hasta qué punto las conversaciones con la IA exponen a los usuarios a un control publicitario todavía más intrusivo?

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