Mira Murati exdirectora de tecnología y efímera CEO de OpenA, reaparece con su primer producto. Su nueva startup, Thinking Machines Lab, ha presentado Tinker, una herramienta que quiere democratizar el ajuste de modelos de inteligencia artificial de última generación. El gesto abre una puerta que hasta ahora parecía reservada a quienes jugaban en las ligas más altas.
Una caja de herramientas para moldear la IA
Ajustar un modelo de lenguaje suele sonar a misión imposible. Hacen falta clústeres de GPU, software especializado, paciencia y bolsillos profundos. Tinker propone una API que automatiza gran parte del proceso y permite afinar modelos abiertos como Llama (Meta) o Qwen (Alibaba). Con un par de pasos, el usuario obtiene un modelo a medida, listo para descargar y ejecutar sin ataduras. Un atajo en un terreno donde cada curva cuesta millones.
El giro estratégico: del laboratorio al usuario
Murati y su equipo defienden que la próxima gran revolución no será otro modelo gigantesco, sino la capacidad de adaptarlos. Poner las llaves en manos ajenas. Que cualquiera pueda moldear un modelo generalista para tareas específicas como redactar un contrato, resolver un problema matemático o sugerir un diagnóstico médico, etc. La idea es clara, aunque la escala de su impacto todavía se escribe en presente.
Los arquitectos de la apuesta
Thinking Machines no es un proyecto solitario. Entre sus fundadores están John Schulman, pieza clave en que ChatGPT aprendiera a mantener una conversación; Barret Zoph, que fue vicepresidente de investigación en OpenAI; Lilian Weng, referente en seguridad y robótica; Andrew Tulloch, especialista en preentrenamiento; y Luke Metz, enfocado en el postentrenamiento. A ese cartel se suma una financiación de 2.000 millones de dólares y una valoración de 12.000 millones. El tipo de cifras que hablan antes incluso de mostrar un producto.
La sombra de los riesgos
La apertura trae consigo dilemas. Los mismos mecanismos que permiten crear un asistente jurídico pueden servir para programar puertas traseras en software o generar desinformación a escala. Por ahora, Thinking Machines aplica una revisión manual a cada solicitud y promete filtros automáticos en el futuro. Es el viejo equilibrio de la IA, acceso frente a seguridad, curiosidad frente a riesgo.
Entre la promesa y la vigilancia
Tinker está ya disponible en acceso anticipado, gratuito de momento, aunque con planes de pago por uso en breve. La expectación recuerda a los primeros pasos de OpenAI, cuando todo parecía un territorio abierto. Con Murati al frente, la incógnita es si: ¿será Tinker la chispa que encienda una generación de investigadores independientes, o la mecha que alimente nuevos debates sobre los límites de la apertura en inteligencia artificial?
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