Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, vuelve a trazar una advertencia solemne, la industria de la inteligencia artificial podría estar al borde de una implosión espectacular. En una reciente visita a uno de los centros de datos de OpenAI en Texas, comentó que, aunque el futuro de la IA es prometedor, “habrá picos y caídas”. Altman anticipa que muchas inversiones serán erróneas, algunas compañías perderán mucho dinero, pero sostiene que, en el arco largo del tiempo, esta tecnología impulsará un crecimiento económico sin precedentes.
La analogía recurrente es con la burbuja puntocom, Altman señala que “cuando ocurren burbujas, la gente inteligente se entusiasma demasiado con un núcleo de verdad”. A su juicio, el problema no es dudar del potencial de la IA — “creo que es la cosa más importante que ha pasado en mucho tiempo” — sino que la exuberancia inversora está alcanzando niveles irracionales. En ese contexto, afirma “Alguien va a perder una cantidad fenomenal de dinero. No sabemos quién.”
El factor estructural que refuerza su advertencia es el desequilibrio entre inversión e ingresos reales. Aun con oleadas de capital vertiéndose en compañías emergentes, muchas aún no han demostrado cómo monetizar sus tecnologías. Este desfase, según Altman, es típico de mercados madurados por expectativas más que por hechos.
Sin embargo, su pesimismo no es absoluto. Alta voz en el debate, Altman insiste en que la corrección del mercado podría servir para ordenar la industria. La idea es que tras una crisis vendrá una etapa de limpieza: las empresas más endebles caerán, pero las que perduren lo harán con bases más sólidas. Y en ese escenario, OpenAI espera salir fortalecido.
La repercusión de sus palabras no es aislada. Otros líderes del sector también han alzado la voz: Mark Zuckerberg admite la posibilidad de una burbuja similar a la de finales de los años noventa, aunque relativiza el riesgo de quedar rezagado en la carrera de la IA. Y en el mundo financiero, voces como la del CEO de Goldman Sachs advierten un “drawdown” bursátil vinculado al exceso de optimismo.
La pregunta entonces es si esta implosión es inevitable o evitable. Altman apuesta por la moderación y la madurez inversora: que la industria reconozca que la innovación real debe sustentarse en utilidad comprobable, no solo en promesas exorbitantes. En este sentido, advierte que estamos en un momento en que la apuesta debe estar en equilibrar visión y rigor.
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