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Sam Altman, CEO de OpenAI, ha emprendido una gira estratégica por Asia Oriental y Oriente Medio con el objetivo de recaudar fondos y asegurar alianzas claves para ampliar la infraestructura de inteligencia artificial de la compañía, según informa Reuters citando al Wall Street Journal.

Desde finales de septiembre, Altman ha sostenido reuniones con gigantes de la fabricación y semiconductores como TSMC, Foxconn, Samsung y SK Hynix, con la meta de aumentar la producción de chips de IA y priorizar los pedidos de OpenAI. En paralelo, planea visitar inversores en Emiratos Árabes Unidos para conseguir capital adicional que soporte sus planes de expansión.

La magnitud de estos planes queda clara cuando se consideran las cifras que OpenAI ha presentado a sus socios e inversores: este año planea gastar cerca de 16.000 millones de dólares en el alquiler de servidores computacionales, con previsiones de llegar hasta 400.000 millones en 2029. Esta escalada en inversiones subraya la urgencia por construir una infraestructura a escala global que pueda respaldar sus modelos de IA en crecimiento constante.

Este impulso de expansión no es aislado. En enero de 2025, OpenAI, SoftBank, Oracle y el fondo MGX anunciaron el proyecto Stargate, una iniciativa valuada en hasta 500.000 millones de dólares para desplegar centros de datos masivos en múltiples regiones del mundo, con el fin de abastecer la demanda energética y de cómputo de la era de la IA. Como parte de esas alianzas, recientemente OpenAI cerró un contrato con Oracle por 30.000 millones de dólares anuales para arrendar 4,5 gigavatios de capacidad de cómputo, consolidando así su apuesta por no depender exclusivamente de Microsoft como proveedor de infraestructura.

No obstante, hay aspectos pendientes por confirmar y riesgos por delante. Reuters reporta que algunas de estas informaciones —incluyendo compromisos con fabricantes y el monto exacto del gasto proyectado— no han sido verificadas directamente por las compañías involucradas. Además, la velocidad con la que se deberá desplegar esta infraestructura pone a prueba cadenas de suministro y regulaciones energéticas, además de influir en las alianzas geopolíticas.

En un contexto en que la competencia global por liderar la era de la inteligencia artificial se intensifica —con China presionando en su propio terreno— el movimiento de Altman simboliza una apuesta audaz: quien domine el cómputo tendrá ventaja en definir el rumbo de la IA.

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