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Sora2 vuelve a reescribir las reglas del juego

Cuando se trata de hablar de los avances de la IA, uno de los mensajes que se acompañan es “la no distinción de realidad y de artificial”. Y aquí soy el primero que va a admitir que la primera vez que vio el vídeo de los conejitos saltando en la cama elástica de noche, se lo creyó. Estaba demasiado bien hecho. Sin embargo, una cosa de la que me he dado cuenta es que no tenía puesto el foco de atención en el contexto de los contenidos

Hasta ahora, todos los vídeos que habíamos visto por redes hechos con IA seguían una estructura muy concreta. También, una puesta en escena de imagen bien definida, así como unas ambientaciones y unas tonalidades de color muy particulares. Ahora, por razones que atribuyo a la aleatoriedad de las cosas, está de moda hacer vídeos al estilo de como si estuviesen tomados desde una cámara de grabación doméstica. 

Lección número uno: no podemos descartar ningún escenario en el que se vayan a ambientar los vídeos ‘mainstream’ de la IA.

Hasta ahora, creo que muchas personas ya nos estábamos empezando a familiarizar con el contenido que se crea con IA para distinguirlo. Sabemos cómo suenan las voces —aunque hay que fijarse bien—. Sabemos cómo escribe ChatGPT y la mejor noticia de todas es que, no sólo se reconoce a leguas: también ya sabemos identificar el patrón. 

Lección número dos: Sora2 se ha cargado los patrones que hasta ahora teníamos establecidos. Y eso significa una cosa: toca cambiar la mentalidad y mucho me temo que no sólo tendremos que estar en alerta para este nuevo tipo de distinciones. También tendremos que estar abiertos a aprender constantemente. 

¿Significa esto que hemos entrado en una nueva era de aprendizaje perpetuo? Siendo sincero, creo que eso sólo lo va a definir el tiempo. Porque el lanzamiento de Sora2 no creo que sólo se limite al contenido en sí, sino a lo que nuestro cerebro —y nosotros, como seres humanos— tendremos que enfrentar a partir de ahora: miras abiertas, no dar nada por sentado y re-programar a nuestro cerebro para identificar nuevos patrones.

En cierto modo vamos a ser una especie de IA: estar en constante entrenamiento para que los algoritmos generativos no nos hagan alucinar con sus inputs. Hasta ahora me quedo con el hecho de que hemos aprendido a dilucidar muchas de las cosas que en su momento nos parecían imposibles. También, con el hecho de que —¡al fin!— hemos tomado consciencia de que la IA generativa alucina y fabrica cosas que no son. 

Sin embargo, tengo una mezcla entre inquietud y entusiasmo en cuanto a lo que Sora2 va a suponer a nivel de sociedad y de especie. Porque el cambio tecnológico no es aditivo, sino ecológico

Antoni Mateu Arrom

Soy periodista especializado en ciencia y tecnología. La IA y el cambio climático son dos de mis grandes especialidades. Aunque también la tecnología de consumo y sus aplicaciones en el día a día, también son mi debilidad. Creo en esta profesión como una manera de divulgar conocimiento.

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