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La IA pone la cámara, la edición y la distribución al alcance de cualquiera.

Hubo un tiempo —no tan lejano— en que, para escribir una carta, se necesitaba ayuda. En plazas y mercados de medio mundo aún se ven escribanos públicos: traducen sentimientos a tinta, rellenan formularios, ponen orden donde las palabras se resisten. Durante siglos, escribir fue un privilegio de minorías. La alfabetización llegó y, con ella, una explosión de voces; pero no se acabó la literatura: empezó de verdad.

Hoy vivimos un giro parecido, pero en el ámbito audiovisual. Tradicionalmente hemos sabido leer y escribir textos, pero no grabar y montar. El analfabetismo audiovisual ha sido la norma. Eso cambia con la IA: herramientas que guían, sugieren, automatizan y abaratan la captura, la edición y la distribución. Por primera vez, cualquiera puede idear, producir y publicar una pieza —desde un microdocumental hasta una película casera con ambición— y llegar a audiencias antes impensables. Y es solo el principio.

No es una amenaza; es una ampliación del espacio público.

El codirector de bolsillo

La IA funciona como prótesis de la creatividad, no como sustituta del criterio. Ayuda a:

  • Convertir ideas en guiones con estructura.
  • Transformar una escaleta en planos y storyboards.
  • Crear imágenes imposibles.
  • Editar con cortes razonables y un ritmo básico.
  • Limpiar audio, subtitular, doblar y versionar.
  • Crear voces y modularlas.
  • Generar elementos visuales (rótulos, gráficos y avatares).
  • Distribuir de forma inteligente en múltiples plataformas.

Antes, sin un «escribano audiovisual» —técnicos, máquinas de grabación, sonido e iluminación— y sin un canal donde emitir, las ideas morían en un cajón. Hoy, con un móvil y unas cuantas aplicaciones, la barrera de entrada se derrumba.

Democratizar no empobrece: filtra y multiplica

Con la imprenta ocurrió lo mismo: más voces trajeron más dispersión y más opciones. Pasará ahora. Aumentará la producción mediocre, sí —como siempre ha ocurrido—, pero también se multiplicarán las piezas excelentes que jamás habrían visto la luz. La excelencia no desaparece: se reconoce. Igual que aprendimos a escribir y seguimos celebrando a los grandes autores, aprenderemos a contar con imágenes y seguiremos venerando a los grandes cineastas y documentalistas. Cambia el acceso, no el valor del talento.

Nuevos roles en un ecosistema más amplio

En este ecosistema harán falta:

  • Autores-productores capaces de repetir y aprender de forma ágil y continua.
  • Editores-curadores que separen el oro de la escoria.
  • Una comunidad que recomiende, versione y remezcle.
  • Instituciones, como las escuelas, que contribuyan a la alfabetización audiovisual: guion, encuadre, ritmo, voz, ética de la imagen y verificación. Hará falta que vuelvan los teléfonos al aula.

Manual de ciudadanía audiovisual con IA

  1. Humanos al mando. La IA sugiere; tú decides. Tu criterio es el sistema operativo.
  2. Transparencia razonable. Si una pieza está asistida por IA, indícalo.
  3. Derechos y respeto. Cuida a autores, intérpretes y la privacidad. No todo lo posible es deseable.
  4. No corras: practica más. Mide el impacto real: ¿Informa? ¿Emociona? ¿Sirve?
  5. Narrar antes que adornar. La técnica ayuda; la historia manda.
  6. Practica en público. Publica versiones, aprende de los comentarios y mejora.
  7. Selección y contexto. Ayuda a leer las imágenes: fuentes, fechas e intenciones.
  8. Diversidad lingüística y cultural. Producción de proximidad, con tu acento y para tu comunidad, sin renunciar al mundo.

Graba, edita y publica

A la mayoría nos encantan los grandes partidos en televisión. Pero jugar al fútbol con un grupo de amigos es, a menudo, más divertido. No es una contradicción: son experiencias complementarias. Con el audiovisual ocurrirá lo mismo: seguiremos disfrutando de obras maestras en la gran pantalla (o tal vez con gafas de realidad virtual) y, al mismo tiempo, millones de personas crearán y compartirán su punto de vista sobre el mundo. Bienvenidos quienes van a captar, editar y distribuir nuevos contenidos visuales. Es un enriquecimiento de la expresión humana, no un ataque a un club selecto. Se abre una era en la que contar está al alcance de cualquiera. Es el momento de los espectadores-autores. Y, como ocurrió con la alfabetización, los grandes seguirán siéndolo —ahora en conversación con más voces—.

No sé si Hollywood sobrevivirá, pero estoy seguro de que sí sobrevivirá el talento.

Antoni Esteve

Periodista y editor de Paréntesis.media
(Evidentemente con la colaboración de modelos de lenguaje IA).

Antoni Esteve

Periodista y empresario. Editor de Paréntesis MEDia.

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