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Adobe ha presentado AI Foundry, un servicio diseñado para que grandes marcas puedan entrenar modelos de inteligencia artificial generativa con sus propios contenidos. La apuesta revela un cambio de escala: la IA deja de ser herramienta puntual para convertirse en parte estructural del aparato creativo corporativo.

Modelos entrenados en casa (y con casa propia)

AI Foundry parte de los modelos Firefly de Adobe, conocidos por generar imágenes, video o audio sin infringir derechos de autor. La diferencia ahora es que cada empresa podrá reentrenarlos con sus propios activos: productos, tono de voz, campañas, estilo visual. Adobe aporta el equipo técnico, y el cliente define los datos y los usos.

El proceso se describe como una «reapertura quirúrgica» del modelo, que permite especializarlo sin perder las garantías legales de origen. Es una operación hecha a medida, científicos de datos, ingenieros y expertos en flujos creativos trabajan con el cliente durante semanas o meses. El resultado es un modelo propio, entrenado en la propiedad intelectual de la marca.

La promesa: contenido a escala, sin perder la voz

Foundry se dirige a un problema típico del marketing corporativo, la necesidad de generar decenas o cientos de variaciones de un mismo contenido. Una campaña global, por ejemplo, puede requerir versiones adaptadas por idioma, cultura, formato o canal. El modelo personalizado permitiría automatizar esta producción sin perder coherencia.

La idea es que la IA entienda el «idioma» de la marca. Que pueda generar piezas visuales, redactar textos o producir video siguiendo su estilo. No se trata solo de eficiencia, sino de mantener la identidad. Adobe habla de una «producción industrial creativa», donde la personalización ya no es artesanal, sino programable.

Los datos importan, y también su aislamiento

Para entrenar estos modelos, las empresas aportan sus propios datos, imágenes, logos, videos, manuales de marca, archivos de sonido. Adobe garantiza que esta información no se comparte ni se mezcla con otros modelos. La propiedad intelectual del cliente queda aislada y el resultado del modelo también le pertenece.

Este enfoque sigue la línea de Firefly, que ya usaba solo contenidos licenciados o de dominio público. La diferencia es que ahora el modelo no sólo es seguro por defecto, sino también privado por diseño.

Inversión alta, despliegue lento, control total

La propuesta también trae sus tensiones. No es un sistema plug-and-play, se requiere tiempo, datos organizados y colaboración estrecha. Según medios especializados, el proceso de personalización puede durar varios meses. Y aunque el servicio no tiene un precio fijo, se calcula según uso y complejidad, lo que lo posiciona como una opción para grandes corporaciones.

A eso se suma la gobernanza de datos: ¿quién audita estos modelos? ¿Cómo se controlan los sesgos o los errores de generación? Adobe promete transparencia, pero el entorno de la IA generativa aún está en construcción.

En busca de una voz propia, con ayuda de la máquina

Adobe no está sola. OpenAI, Google y otras plataformas también ofrecen servicios de personalización de modelos. Pero su enfoque suele ser más generalista. La ventaja competitiva de Adobe está en su conexión directa con flujos creativos y en su historia de herramientas para diseño, imagen y video.

Foundry se presenta como un paso más, del diseño asistido a la generación automatizada. Las marcas buscan diferenciarse en un mar de contenido genérico, y la IA puede ser el aliado para lograrlo. Pero para eso, debe hablar como ellas. Y sobre todo, entender qué no debe decir.

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