Google Earth, la plataforma que popularizó el sobrevuelo digital del planeta, ahora responde preguntas. Literalmente. Con su nueva función de chatbot impulsado por inteligencia artificial, Google propone interrogar al territorio en lenguaje natural. El objetivo es claro —y ambicioso— facilitar el acceso a datos ambientales complejos para anticipar los efectos de la crisis climática. Y lo hace desde una interfaz conversacional, como si bastara con preguntar “¿Dónde habrá inundaciones?” para obtener un mapa de riesgo en segundos.
El mapa aprende a razonar
La nueva herramienta integra dos modelos de IA: Gemini, el sistema conversacional de Google, y AlphaEarth Foundations, una base entrenada con terabytes de imágenes satelitales y datos geoespaciales. Lo que hace especial a esta combinación no es solo su capacidad de consulta, sino su razonamiento cruzado. Al recibir una pregunta, el sistema rastrea capas históricas, mapas de elevación, registros meteorológicos y datos poblacionales para ofrecer una respuesta integrada. Por ejemplo, si preguntas por floraciones de algas puede devolver no solo ubicaciones, sino causas, condiciones climáticas asociadas y proyecciones futuras.
Una promesa en dos direcciones
Google plantea un doble avance. Por un lado, acercar estos sistemas a quienes no son expertos. La interfaz conversacional pretende romper la barrera técnica que separa los datos de quienes los necesitan: municipios, ONG, medios o comunidades. Por otro, ofrece una nueva herramienta de anticipación. Inundaciones, sequías, incendios, aumento del nivel del mar… todo podría modelarse con ayuda de la IA. Eso sí, la función está disponible solo en los planes profesionales de Google Earth Engine, una plataforma pensada para usuarios institucionales, lo que limita de entrada su alcance público.
De dónde salen los datos y quién los puede usar
La base de la herramienta es monumental, imágenes satelitales históricas, mapas topográficos, datos climáticos, registros de uso del suelo, capas de contaminación y más. Toda esa información pasa por modelos de razonamiento espacial que detectan patrones y emiten alertas.
IA climática: luces largas, sombras persistentes
Como toda herramienta basada en inteligencia artificial, este sistema no está exento de riesgos. La precisión de las respuestas depende de la calidad de los datos y de cómo se entrenan los modelos. Un error de interpretación puede derivar en decisiones equivocadas en contextos críticos. Además, el uso intensivo de computación en la nube tiene su propia huella de carbono, un punto que aún genera debate en la comunidad científica. Y queda una pregunta abierta: ¿quién decide qué se muestra, qué se prioriza, qué queda fuera del radar del chatbot?
El planeta como interlocutor
El chatbot de Google Earth inaugura una forma distinta de dialogar con el territorio. Ya no se trata solo de observar desde arriba, sino de interrogar al paisaje con preguntas complejas y recibir respuestas procesadas por modelos inteligentes.
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