Uno de los grandes retos de tecnologías como la inteligencia artificial generativa es su enorme demanda energética y la complejidad de gestionar los centros de datos que la sostienen. En Helsinki, este desafío en expansión se está convirtiendo en una oportunidad energética. La empresa pública Helen ha empezado a capturar el exceso de calor generado por los servidores de Equinix para reutilizarlo como calefacción en viviendas cercanas.
El servidor que calienta tu casa
Cuando los centros de datos procesan peticiones de IA, streaming o almacenamiento, consumen enormes cantidades de electricidad. Parte de esa energía se convierte en calor, que normalmente se disipa al exterior. En este modelo, ese calor residual se canaliza mediante tuberías aisladas hacia una red de calefacción urbana. El sistema, conocido como district heating, distribuye agua caliente a hogares, escuelas y edificios públicos. En Hamina, otro proyecto similar permitirá que el centro de datos de Google cubra hasta un 80 % de la demanda de calefacción local. Con el mismo principio, servidores trabajando, calor sobrante y hogares más cálidos.
De subproducto a recurso estratégico
El calor, que antes era un problema logístico, se convierte en una fuente de energía térmica. Esto reduce la dependencia de fuentes adicionales de calefacción, disminuye emisiones y estabiliza los costes energéticos en regiones frías. Para las empresas, también hay beneficios reputacionales, ya que un centro de datos que contribuye a la comunidad es más fácil de justificar.
Una cuestión de distancia
Para que funcione, el centro de datos debe estar cerca de quienes usarán el calor. Transportarlo a larga distancia es costoso y poco eficiente. Por eso, los proyectos se ubican en zonas densamente pobladas o con infraestructura térmica existente. Además, se necesitan estaciones de intercambio térmico y, en algunos casos, bombas de calor para ajustar la temperatura.
No todo es eficiencia
El modelo tiene límites. No todos los centros de datos generan suficiente calor, ni todos están cerca de zonas con demanda térmica. Tampoco sustituye el consumo eléctrico porque la energía sigue siendo necesaria, solo se aprovecha mejor. La idea mejora la eficiencia, pero no transforma el impacto total del sector.
Un modelo que se expande en el norte
Suecia, Noruega y otros países nórdicos ya utilizan calor de servidores para calefacción urbana. Lo que cambia ahora es el contexto, porque con el auge de la IA y el crecimiento de la nube, el volumen de calor disponible crece, y también la necesidad de usarlo. Microsoft, Google y otras grandes compañías exploran esquemas similares en Europa y Norteamérica.
Del silicio a la estufa
El caso finlandés muestra que, incluso en el centro de la infraestructura digital, hay margen para pensar en clave local y térmica. El calor que impulsa nuestras consultas y vídeos puede, con la infraestructura adecuada, convertirse en abrigo para nuestras casas. No cambia el modelo digital, pero lo hace un poco menos derrochador.
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