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La filial neerlandesa de McDonald’s ha provocado revuelo tras lanzar un anuncio navideño generado íntegramente con inteligencia artificial. En pocas horas, el descontento fue tal que la compañía desactivó los comentarios en YouTube y terminó ocultando el video.

La pieza parodia el clásico «It’s the Most Wonderful Time of the Year», transformándolo en «the most terrible time of the year». Familias torpes, regalos que se caen del coche, árboles que explotan, cenas caóticas… el anuncio retrata la Navidad como un desfile de pequeñas catástrofes. Con la moraleja que si diciembre es un desastre, mejor esconderse en un McDonald’s.

Pero la estética generada por IA resultó inquietante con rostros deformes, gestos torpes y movimientos poco humanos. Lo que debía ser humorístico acabó encajando en una estética cada vez más discutida, la del llamado «AI slop», una etiqueta para contenidos generados por IA con fallos visuales evidentes.

Una producción con IA que necesitó de muchas manos

El anuncio fue producido por TBWA\Neboko y la productora The Sweetshop, con su división especializada en IA, The Gardening.club. El objetivo no era un experimento, sino un spot comercial con «valor de producción real».

Durante siete semanas, un equipo de diez personas trabajó a tiempo completo para domar los caprichos de la IA. Retoques de color, correcciones de movimiento, ajustes de iluminación, montaje, eliminación de errores visuales. Los responsables insisten: «no lo hizo la IA, lo hicimos nosotros». Esa afirmación, lejos de disipar las críticas, ha subrayado una paradoja, el uso de IA no está siendo más barato ni más rápido. Al contrario, requiere una cantidad de intervenciones humanas que pone en duda su supuesta eficiencia.

De sátira navideña a desconexión emocional

La intención original era romper con el modelo del anuncio navideño perfecto. En lugar de abrazos y luces cálidas, mostrar el lado más caótico de diciembre: las compras, el mal clima, las cenas forzadas. Un gesto de empatía para quienes no viven la Navidad como un cuento de hadas.

También había razones logísticas. Rodar un invierno europeo real implica permisos, desplazamientos, decorados. La IA ofrecía, sobre el papel, una solución. Pero el resultado generó el efecto contrario. Lo que debía ser una mirada cáustica se percibió como fría y artificial. Más que parodia, parecía una versión distorsionada de la realidad.

La inteligencia artificial aún no emociona

Generar video con IA promete evitar rodajes costosos. Pero aún tropieza con lo esencial, la continuidad narrativa, las expresiones humanas y las atmósferas creíbles. En publicidad emocional, esos detalles importan. El rechazo al anuncio evidencia un límite cultural, esperamos autenticidad, sobre todo en fechas cargadas de significado. Si la tecnología no logra disimularse, rompe el pacto emocional. Y lo que debía ser identificable se vuelve ajeno.

Casos similares y una estética en cuestión

No es un caso aislado. Coca-Cola también probó una campaña navideña generada por IA este año. Las críticas fueron similares por una estética confusa y resultados perturbadores. La etiqueta «AI slop» gana terreno, y con ella, una fatiga frente al artificio mal resuelto. Cada nuevo intento suscita más escepticismo que interés. La promesa de innovación se diluye cuando el acabado resulta menos humano, menos cercano.

Publicidad generada por IA y el dilema de la autenticidad

El anuncio de McDonald’s revela algo más que un fallo de ejecución. Pone sobre la mesa los límites actuales de la IA para generar contenido emocional. Y deja en evidencia que la autenticidad, incluso en publicidad, sigue siendo un valor central. Tal vez en futuras campañas la IA no sea protagonista, sino herramienta de apoyo.

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