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Mientras los coches se conducen solos, alguien tiene que hablar con los pasajeros. Esa parece ser la lógica detrás del nuevo experimento de Waymo, integrar el modelo de inteligencia artificial Gemini, desarrollado por Google, como asistente conversacional dentro de sus robotaxis. La iniciativa, aún en fase de pruebas, añade una nueva capa al vehículo autónomo, la del acompañante que no conduce, pero escucha, responde y asiste.

Un copiloto que no toca el volante

El hallazgo partió de una filtración de más de 1.200 líneas de código descubiertas en la app de Waymo revelaron la presencia de un sistema de prompts diseñado para interactuar con los pasajeros. Según estas definiciones internas, Gemini estaría entrenado para mantener conversaciones breves, de una a tres frases, evitando tecnicismos y centrado en ofrecer información útil y sencilla.

El asistente no tiene control sobre la conducción. No puede cambiar rutas ni intervenir en el trayecto. Su función es acompañar, no pilotar. Puede responder preguntas como «¿cuánto falta para llegar?» o «¿qué restaurantes hay cerca?». También permite ajustar funciones del habitáculo como el clima, la música o la iluminación. Cuando se le consulta sobre el sistema de conducción, responde en tercera persona, como si hablara de otro: el Waymo Driver.

Gemini se instala como anfitrión digital

Waymo no ha anunciado oficialmente el lanzamiento de esta función, ni aparece visible en la app para usuarios. Todo indica que se trata de una prueba interna. La empresa confirmó que está explorando nuevas funciones para mejorar la experiencia del pasajero, sin dar fechas ni detalles adicionales.

La idea de añadir un asistente IA a los vehículos no es nueva. Tesla ha explorado caminos similares, y otros fabricantes también estudian cómo incorporar modelos de lenguaje como interfaz en cabina. Pero el caso de Waymo introduce una diferencia clave, el coche ya no necesita conductor. En ese vacío, la voz del asistente se convierte en el único contacto humano (aunque simulado) durante el trayecto.

Qué dice, qué no dice, y por qué

Gemini está diseñado para ser prudente. Evita comentar sobre maniobras del vehículo o eventos inesperados durante la conducción. Si algo ocurre en el trayecto, no ofrece explicaciones técnicas ni se presenta como portavoz del sistema. Su papel es claramente delimitado: asistente, no experto, ni chófer.

Esta separación de funciones también marca una barrera en la percepción del usuario,el copiloto virtual no puede mediar ante errores ni responder por decisiones del coche. Su utilidad se centra en la comodidad y la información, no en la confianza sobre el sistema de conducción.

De coche autónomo a espacio conversacional

La prueba con Gemini refleja una evolución en cómo se concibe el vehículo sin conductor. Más allá de moverse solo, empieza a pensarse como un espacio interactivo, donde la inteligencia artificial no solo guía, sino también acompaña.

Ese paso convierte al robotaxi en algo más que transporte. Puede ser oficina móvil, sala de descanso, punto de consulta o espacio personalizado. Y en todos esos roles, la voz de Gemini actúa como anfitrión. El viaje ya no es solo desplazamiento, sino experiencia mediada por IA.

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