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La firma de chips de IA fundada por un exingeniero de Google, Groq, cede parte de su tecnología a Nvidia en una operación valuada en 20 mil millones de dólares. No es una compra completa, pero sí un movimiento clave en la guerra por el silicio de la inteligencia artificial.

Una alianza que parece compra, pero no lo es

Nvidia ha alcanzado un acuerdo para licenciar tecnología clave de Groq y contratar a varios de sus altos ejecutivos, en una operación que ronda los 20 mil millones de dólares. Aunque no se trata de una adquisición formal, el acuerdo implica la integración de activos estratégicos, propiedad intelectual, talento directivo y conocimiento especializado.

Groq seguirá operando como compañía independiente, pero con una nueva dirección y sin buena parte de su equipo original. Para Nvidia, es la mayor operación de este tipo en su historia, y un paso que refuerza su hegemonía en el desarrollo de hardware para inteligencia artificial.

Groq y sus LPUs: una propuesta distinta a los GPU

Groq fue fundada en 2016 por Jonathan Ross, uno de los ingenieros responsables de los TPU de Google. Su propuesta fue crear chips específicos para la fase de inferencia en modelos de IA, bajo una arquitectura llamada LPU (Language Processing Unit).

A diferencia de los GPU tradicionales, pensados para entrenar modelos mediante grandes volúmenes de datos, los LPUs están diseñados para ejecutar rápidamente modelos ya entrenados. Su principal innovación es el uso de memoria SRAM embebida en el chip, lo que permite reducir la dependencia de memorias externas como la HBM, que suelen ser costosas y escasas.

Esto convierte a los chips de Groq en una alternativa más eficiente energéticamente y con menor latencia, ideal para aplicaciones que requieren respuestas en tiempo real, como asistentes virtuales, sistemas de recomendación o diagnóstico médico automatizado.

Nvidia busca dominar también la inferencia

El acuerdo permite a Nvidia diversificar su estrategia más allá de los GPU, su producto estrella. Con los LPUs de Groq, Nvidia accede a una tecnología que puede complementar su plataforma para cubrir todo el ciclo de vida de los modelos de IA, desde el entrenamiento hasta la inferencia.

Además de las licencias tecnológicas, Nvidia suma a su equipo a figuras clave como Ross y el presidente de Groq, Sunny Madra. Esta «adquihire» (fusión de adquisición y contratación) acelera su capacidad de innovación interna sin los tiempos ni riesgos de una compra completa.

Este tipo de movimiento también permite esquivar una revisión antimonopolio profunda, algo que Nvidia ya enfrentó en 2022 cuando intentó adquirir ARM, una operación finalmente bloqueada por autoridades regulatorias.

Beneficio compartido: qué gana Groq y su equipo

Aunque la empresa no desaparece, muchos de sus empleados y accionistas recibirán pagos significativos. De acuerdo con Axios, la estructura del trato incluye distribuciones financieras que compensan el traspaso de tecnología y talento.

Groq mantendrá operaciones con nuevos liderazgos y podría enfocarse en nichos más específicos o alianzas alternativas. Su futuro es incierto, pero su impacto ya está asegurado en la hoja de ruta de Nvidia.

El tablero global del hardware para IA cambia de forma

Este movimiento ocurre en un contexto de competencia feroz. Google diseña sus propios chips (TPU), AMD busca recuperar terreno con nuevos aceleradores y startups como Tenstorrent o Cerebras exploran arquitecturas alternativas.

Con esta jugada, Nvidia consolida su posición en el centro del ecosistema de IA, no solo como proveedor de GPUs, sino como integrador de tecnologías diversas. La compra parcial de Groq es una señal de que el futuro del hardware para inteligencia artificial no dependerá de un solo tipo de chip, sino de una combinación de enfoques.

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