Hasta ahora, ChatGPT respondía con soltura. Redactaba, explicaba, resumía. Pero este julio ha dejado de limitarse a la conversación. OpenAI lo ha convertido en un agente digital que puede navegar webs, ejecutar código y completar tareas en tu ordenador sin que le marques cada paso. No es un asistente más listo. Es otro tipo de criatura.
Investiga, organiza y ejecuta (sin pausa y sin permiso constante)
La idea no nace de cero. Desde enero, OpenAI probaba dos funciones por separado: Operator, capaz de simular clics y rellenar formularios, y Deep Research, centrado en buscar y sintetizar información útil. El nuevo ChatGPT Agent junta ambas habilidades en una misma interfaz. Es decir, puede investigar sobre un tema, abrir un documento, generar un resumen y enviártelo… sin volver a preguntarte cada dos minutos qué quieres hacer con eso.
Lo que antes era un prompt, ahora es una tarea completa
Pedirle algo al nuevo ChatGPT se parece menos a escribir un mensaje y más a delegar. Puedes encargarle que revise tu calendario, que prepare una presentación, que busque vuelos y los compare o que elabore un presupuesto con hoja de cálculo incluida. Y lo hace. Usa un navegador virtual, puede ejecutar código en su propia terminal y tiene acceso a plataformas como Drive o SharePoint (si tú lo permites).
También puede usar conectores como Gmail o GitHub para recuperar información relevante, analizar documentos, ejecutar APIs y organizar flujos complejos. El sistema se activa desde el menú de herramientas de ChatGPT, bajo la opción “modo agente”.
Qué puede ver (y qué no): permisos, límites y letra pequeña
Este agente necesita acceso a tus archivos, tu calendario, tus cuentas online. Cada acción pasa por una primera autorización, y algunas —como realizar compras— requieren una segunda confirmación. También existen modos supervisados (“watch mode”), que permiten ver qué pasos va a dar antes de que los ejecute.
Por ahora, el sistema está limitado a usuarios Pro (400 mensajes al mes) y no está disponible en Europa. Tampoco incluye memoria persistente, aunque OpenAI avisa que llegará más adelante (“cuando se hayan implementado salvaguardas adecuadas para evitar usos maliciosos”). En cuanto a la publicidad: el agente no muestra resultados patrocinados (al menos, por ahora).
Además, OpenAI ha desactivado la memoria específicamente en este agente “para mitigar el riesgo de ataques por inyección de prompts encaminados a exfiltrar datos de la memoria”. Y ha implementado un sistema de clasificadores que analizan cada prompt: si detectan temas biológicos, la respuesta pasa por una segunda capa de control.
Una eficacia que inquieta
El agente ofrece una promesa clara: menos clics, menos correos, menos tareas repetitivas. Pero esa misma eficacia plantea dilemas. ¿Qué pasa si ejecuta mal una acción? ¿Quién responde si filtra datos? Sam Altman, CEO de OpenAI, ya ha dicho que no está pensado para tareas críticas. Aun así, no todos los riesgos están bajo control. Ni todas las funciones son visibles para quien delega.
Today we launched a new product called ChatGPT Agent.
Agent represents a new level of capability for AI systems and can accomplish some remarkable, complex tasks for you using its own computer. It combines the spirit of Deep Research and Operator, but is more powerful than that…
— Sam Altman (@sama) July 17, 2025
La comparación con un “mayordomo digital” se repite. Pero no todos los mayordomos entienden bien los límites. Ni todos los usuarios saben ponerlos.
Competencia a la carrera (y presión por monetizar)
OpenAI no juega sola. Microsoft y Google tienen sus propios agentes en desarrollo. Anthropic y xAI también avanzan rápido. En ese contexto, lanzar ahora un sistema tan ambicioso no solo responde a la carrera tecnológica, sino también a necesidades internas. OpenAI arrastra costes elevados, presiones legales y una demanda creciente de servicios más rentables (o menos gratuitos).
Y después de automatizar… ¿qué queda para el usuario?
El nuevo ChatGPT ya no es un chatbot. Ahora es una entidad que investiga, ordena y actúa por ti. Lo hace rápido, lo hace bien (la mayoría de veces) y lo hace sin fricciones.
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