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De la pantalla a la boca, sin pasar por la conciencia

A veces no hace falta que una tecnología hable para hacerse notar. Basta con que escriba. “Delve”, “intricate”, “notably”. Palabras que, hasta hace poco, vivían en informes académicos o manuales de estilo, empiezan a sonar en voz alta. No en conferencias ni debates formales, sino en podcasts, vídeos, conversaciones grabadas sin guion.

Un estudio de la Florida State University acaba de ponerle lupa al fenómeno. El lenguaje de ChatGPT —ese inglés neutro, limpio, pulido— está migrando a nuestra forma de hablar. Y no se nota porque no hace ruido. Se nota porque empieza a ser normal.

Un cambio que no se ve, pero se oye

El equipo liderado por el lingüista Lukas C. Althouse analizó más de 22 millones de palabras en podcasts grabados entre 2019 y 2025. El foco no estaba en las redes ni en los chats, sino en el habla real, oral, informal. Conversaciones de ciencia y tecnología, grabadas antes y después de noviembre de 2022, que es cuando ChatGPT se volvió accesible al público. El hallazgo es sutil, pero claro. Palabras como “delve” o “meticulous” —más propias de ensayos que de charlas— empezaron a aparecer con más frecuencia. No porque alguien las impusiera. Simplemente, porque ahora forman parte del paisaje.

No enseña palabras. Enseña un tono

ChatGPT no dicta cómo hablar. Pero escribe tanto, y con tanta autoridad percibida, que su estilo se contagia. Su tono es ordenado, imparcial, educado. Evita exageraciones, abraza conectores lógicos, prefiere lo general a lo emocional. Es el lenguaje de quien quiere sonar profesional sin parecer frío. Accesible, pero controlado.Y es ese equilibrio lo que empieza a impregnarse. No tanto los términos, sino el ritmo. La forma. Una especie de acento invisible.

El algoritmo que también sabe de modales

El estudio de Florida no está solo. Un análisis del Max Planck Institute examinó más de 280 000 vídeos académicos de YouTube. Encontraron que, tras el lanzamiento de ChatGPT, el uso de ciertos términos —los más típicos del estilo GPT— aumentó hasta un 51 %. No en textos generados por IA, sino en vídeos hechos por personas. No hay pruebas de causalidad directa. Pero el patrón es consistente, donde hay exposición prolongada al lenguaje de los LLM (modelos de lenguaje), hay una deriva hacia su manera de hablar.

Entre la claridad y la uniformidad

Para muchos, esta influencia tiene ventajas. Mejora la claridad. Ordena el discurso. Ayuda a quienes aprenden inglés o buscan una forma más precisa de expresarse. Pero también plantea una tensión… ¿Dónde quedan los acentos, las muletillas, las imperfecciones que construyen identidad lingüística? Todo eso queda en segundo plano cuando el modelo de referencia habla como si no tuviera pasado ni geografía. Una lengua neutra, sin rastro de nadie.

Lo que no se copia con intención

No se trata de imitación consciente. Nadie decide sonar como ChatGPT. Pero al leerlo, al usarlo, al interactuar con él cada día, algo se queda. Como cuando una serie cambia tu forma de contestar mensajes. Como cuando una canción se te pega, aunque no te guste. La IA no solo responde preguntas. También propone un estándar. No explícito, no obligatorio, pero cada vez más presente. Una voz que no habla, pero influye.

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