Si es usted de los afortunados que tienen un mes de vacaciones, aproveche el tiempo. El verano puede ser el momento perfecto para actualizar algunas habilidades. Ya no hay excusa para procrastinar: es el momento de conocer en profundidad la IA generativa. Basta con unos pocos minutos al día. Así que no irá en detrimento de esa lectura bajo la palmera o de disfrutar de un helado en la playa.
Yo mismo también voy algo atrasado: tengo que trastear más con el modelo OpenAI o3, que me han dicho que es mucho mejor que o1. Y, por supuesto, testear también el agente de Minimax, aunque me han comentado que es un tanto caro. Tengo también pendiente un informe del Parlamento Europeo que me pasó el compañero Josuan Eguiluz sobre Gen-AI y Copyright.
De momento, he diseñado un planificador inteligente que se conecta a una API para proponerme un menú semanal que me permita seguir una dieta equilibrada. Una suerte de Ratatouille digital que, aunque no cocina por mí, sí que me ayuda a ser consciente de lo que como y mejorar.
Pero debo confesarles, igualmente, que siento que necesitaría muchos veranos para alcanzar el ritmo vertiginoso al que va la innovación. “¡Cuánto trabajo da la IA!”, pienso, cada vez que alguien me dice que ChatGPT lo hará todo por mí.
Entretanto, les deseo que este sea su último verano sin IA. Aprendan, disfruten del camino y reserven tiempo para lo más importante: vivir. Porque de eso —todavía— las máquinas no saben nada.
