Durante una reunión interna celebrada en junio en las oficinas de xAI, revelada por Business Insider, Elon Musk presentó uno de sus objetivos más ambiciosos. Frente a sus empleados, aseguró que la compañía trabajará para desarrollar una inteligencia artificial con capacidades comparables a la mente humana antes de que termine 2026. La declaración encendió titulares y debates sobre plazos, definiciones y las posibilidades reales de una inteligencia general artificial (AGI) que se acerque a lo que entendemos por pensamiento humano.
Un paso más allá de los chats
La promesa de Musk no parte de cero. Su chatbot Grok, desarrollado por xAI, ya ha sido lanzado en varias versiones y actualizado para competir con modelos como los de OpenAI. Según Musk, el próximo salto —representado por lo que se denomina AGI— implicaría que un sistema pueda aprender, razonar y adaptarse a situaciones nuevas sin reentrenamiento específico, algo que actualmente no ocurre en la mayoría de los modelos de IA existentes.
En términos simples, una AGI es un sistema que no se limita a tareas puntuales (como responder preguntas o generar texto) sino que podría desempeñarse en múltiples dominios de forma autónoma. Esta categoría se acerca más a la flexibilidad cognitiva humana que a los “modelos de lenguaje” que predominan hoy.
Ambición declarada, cifras mayores
Musk dijo que el modelo Grok 5 podría tener hasta un 10 % de probabilidad de alcanzar AGI según las estimaciones internas de xAI. Además, sostuvo que la compañía tiene financiación anual estimada entre 20 000 y 30 000 millones de dólares, lo que le daría recursos superiores a muchos competidores en la carrera por la inteligencia artificial avanzada.
Más allá del dinero, Musk ha planteado que alcanzar este nivel de IA —una que “se parezca” a la mente humana— sería un cambio profundo para la tecnología. Esto se enmarca en sus proyectos más amplios, desde robots humanoides hasta interfaces cerebro‑computadora, que buscan borrar líneas entre la computación y la biología.
«Como la mente humana» una frase con bordes difusos
La frase que más impacto tuvo entre los medios fue precisamente esa: «como la mente humana». Pero el concepto es debatido incluso entre especialistas. No hay un consenso claro sobre qué capacidades exactas definirían una AGI comparable a la mente humana. Para algunos, basta con que un sistema generalice tareas y razone; para otros, aspectos como conciencia, sentido común o comprensión profunda de contexto siguen fuera de alcance.
Esa falta de acuerdo permite interpretaciones variables de los plazos. Algunas empresas dicen estar más cerca, otras ubican la AGI un poco más allá en el tiempo, y muchos expertos independientes dudan de que una equivalencia total con el cerebro humano sea viable en este decenio.
En medio de la carrera tecnológica global
El anuncio de Musk se produce en un momento de intensa competencia entre gigantes tecnológicos. OpenAI, Google y otras compañías también han planteado objetivos agresivos sobre IA avanzada, aunque con enfoques y definiciones distintas. Por ejemplo, OpenAI ha dicho que debe superar varios niveles de capacidad antes de acercarse a una mente humana, mientras otras firmas hablan de «superar tareas humanas específicas» como hitos intermedios.
Además, expertos externos señalan que alcanzar AGI no depende solo de algoritmos, sino de factores como suministro energético, disponibilidad de chips de alto rendimiento y nuevas técnicas de entrenamiento. Muchos de estos elementos siguen siendo limitaciones significativas.
Expectativas, memoria y una pregunta abierta
Históricamente, Musk ha planteado metas ambiciosas en múltiples áreas tecnológicas. Algunas se han materializado con retrasos, otras siguen sin concretarse. Esa trayectoria influye en cómo se reciben sus nuevos plazos. La promesa de AGI en 2026 abre una pregunta que va más allá de la fe en un fundador hasta qué punto los avances en IA pueden cumplir proyecciones tan agresivas sin redefinir antes conceptos, metodologías y criterios de evaluación.
Lo que está claro es que la carrera por una inteligencia artificial con capacidades humanas ya no es un ejercicio teórico entre investigadores. Es un frente competitivo global, con implicaciones industriales, económicas y sociales profundas.
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