La inteligencia artificial no solo necesita datos y modelos, también necesita energía. Y mucha. Ante el crecimiento explosivo de sus centros de datos, los gigantes tecnológicos como Amazon, Meta, Microsoft o Google se han lanzado a asegurar suministros estables y limpios para alimentar estos centros y han encontrado la aliada perfecta en la energía nuclear.
Una demanda eléctrica sin precedentes
Como reflexionaba Sam Altman en la última entrada de su blog: la IA está en fase de despegue, pero el verdadero cuello de botella será la energía. No la innovación, no los modelos, sino la electricidad necesaria para sostenerlos. “Vamos a necesitar fuentes de energía totalmente nuevas”, dijo el CEO de OpenAI, anticipando una revolución no solo algorítmica, sino infraestructural.
Y los números lo confirman. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), los centros de datos consumieron 460 TWh en 2022, cerca del 1,7 % del consumo eléctrico global. Esa cifra podría duplicarse antes de 2026 y alcanzar 945 TWh en 2030, según S&P Global. Solo en Estados Unidos, se estima que el consumo del sector aumentará un 80 % hacia 2050.
Con este crecimiento, depender solo del sol o el viento ya no basta. Las tecnológicas necesitan una fuente estable, densa y libre de carbono. Y ahí entra en juego la energía nuclear.
Las tecnológicas apuestan por el átomo
Amazon acaba de firmar un acuerdo histórico con Talen Energy para adquirir casi 2 gigavatios (1,92 GW) de energía nuclear a la central Susquehanna, en Pensilvania. El contrato se extiende hasta 2042 y servirá para alimentar su plataforma de servicios en la nube (AWS). Meta hizo lo propio con la planta de Clinton, evitando su cierre, mientras que Microsoft explora la reapertura de Three Mile Island, la central que protagonizó el mayor accidente nuclear de Estados Unidos en 1979.
¿Por qué la energía nuclear?
La explicación es sencilla. Frente a la intermitencia de las energías renovables como la solar o la eólica, la energía nuclear ofrece una generación constante, sin emisiones directas de carbono y a gran escala. En un mundo donde la IA funciona 24/7, esa estabilidad energética es oro. Además, los contratos firmados garantizan precios fijos a largo plazo. Sin embargo, su adopción conlleva desafíos como los altos costes iniciales, largos plazos de construcción y la gestión de residuos radiactivos. Y pese a la mejora en seguridad, la percepción pública sigue siendo un factor. Aun así, para la inmensa demanda de las tecnológicas, sus ventajas operativas prevalecen.
Entre el mercado eléctrico y la geopolítica
El giro nuclear tiene implicaciones más amplias. El gobierno de Estados Unidos ya lo ha visto venir. Ha acelerado licencias, facilitado inversión y promovido la producción local de uranio enriquecido. Pero no todo es entusiasmo.
El acuerdo entre Amazon y Talen fue inicialmente rechazado por la FERC por temor a que una conexión directa entre planta y centro de datos desequilibrara el mercado eléctrico. La nueva versión, integrada en el sistema regulado, disipó esas objeciones. Sin embargo, la discusión sigue abierta: ¿deberían las grandes tecnológicas tener acceso prioritario a fuentes críticas como la nuclear? Con el auge de la IA y la presión energética, el debate sobre equidad y control apenas comienza.
Inversión y Eficiencia
Las tecnológicas no se quedan solo en comprar electricidad, sino que también invierten activamente en la futura generación nuclear. Empresas como Amazon apoyan el desarrollo de reactores modulares pequeños (SMR), más seguros y adaptables, mientras Google y Microsoft exploran modelos avanzados para alimentar sus centros. Estos mini reactores prometen una generación eléctrica más flexible y cercana al consumo digital.
Además, la estrategia incluye una inversión masiva en eficiencia energética para sus centros de datos, optimizando sistemas de refrigeración y diseño de servidores. Buscan también combinaciones energéticas, usando la nuclear como base sólida, pero complementada con renovables para un suministro diversificado y resiliente ante la creciente demanda de la IA.
Europa también se conecta
La tendencia no es solo estadounidense. En Reino Unido, Rolls-Royce ya trabaja en su primer SMR, que ya se encuentra en fase de evaluación regulatoria. En Europa continental, la empresa Newcleo desarrolla reactores de cuarta generación que reciclan residuos nucleares, con proyectos piloto en Francia e Italia. Mientras tanto, la Comisión Europea analiza marcos regulatorios para facilitar la inversión en este tipo de tecnologías. La era nuclear 2.0 ya no es una promesa. En Europa también comienza a materializarse.
Más que energía: poder digital
Las tecnológicas ya no solo procesan datos. También producen electricidad. Y lo hacen con una energía que parecía del pasado, pero que hoy se reconfigura para alimentar el futuro. Entre la demanda energética y el auge de la IA, el nuevo poder digital se construye con gigavatios y átomos.
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