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El modelo más esperado aterrizó sin aplausos. Fue más ágil, más exacto, más útil quizás —pero algo en su voz se rompió. Entre correcciones urgentes y ambiciones de futuro, OpenAI reconoció que había descuidado la sutileza emocional que algunos usuarios necesitaban.

Una tormenta sin fuegos artificiales

No hubo luces, solo un golpe suave de decepción. GPT‑5 apareció el 7 de agosto de 2025, anunciado como un salto técnico importante. Multimodal, más rápido, más barato y menos prone a inventar—en argot de IA, «menos alucinaciones». Pero la acogida fue tibia, errores en geografía y matemáticas, una voz “robótica”, respuestas cortas… lo suficiente como para que los usuarios dijeran que “parecía un robot cansado”.

En su lanzamiento, un enrutador automático dirigía preguntas al mejor modelo según la tarea. Pero falló. En ese pico de fallo, GPT‑5 pareció, cito, “mucho más tonto”.

“Lo hicimos mal”

Sam Altman no se escudó en disculpas blandas. En voz clara y casi incómoda, admitió: “I think we totally screwed up some things on the rollout”. En plataformas como Reddit, lo repitió: “we totally screwed up”. La autocrítica fue pública, casi urgente.

Calor recuperado

A las 24 horas del despliegue, OpenAI levantó la mano: reinstalaría GPT‑4o para usuarios Plus. Muchos lo extrañaban como si fuera un amigo con quien charlar, no una herramienta fría. También aggiornaron la personalidad de GPT‑5, ahora suena “más cálido, más humano”, con frases como “Buena pregunta” o “Buen comienzo” que no rozan la adulación.

No es solo tecnología, hay emociones

El cierre abrupto de GPT‑4o desató algo más que quejas técnicas. Algunos usuarios lo consideraban un compañero, un apoyo emocional en momentos difíciles. Altman reconoció que eso lo inquieta, la IA puede alimentar fantasías o dependencias emocionales crecientes. Así, la tecnología se convierte en un espejo emocional. ¿Con qué voz queremos que responda?

Un modelo útil, pero sin brillo

GPT‑5 rindió bien en código—llegó a liderar ranking de modelos en esa categoría—y, en apariencia, podría ser rentable para empresas. Pero expertos como Gary Marcus hablaron de “overhyped and underwhelming” (sobrevalorado y decepcionante). Otros medios señalan que el modelo no marca un nuevo ritmo, más bien corre sobre terrenos ya recorridos.

El futuro habla en mayúsculas… y cifras

Altman no se quedó en el desliz técnico. En la misma cena, avanzó proyectos grandiosos: construir nuevos centros de datos con inversión en “trillones”, investigar interfaces cerebro‑máquina, diseñar hardware bello con Jony Ive, entrar en redes sociales y hasta comprar Chrome si la ley lo obliga.

En paralelo, advirtió sobre una burbuja de IA que puede superar al colapso “puntocom”. Pero también defendió la urgencia de seguir avanzando. Sin ironías, dijo que quizá en tres años la CEO sea una IA.

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