Skip to main content

Un estudio publicado en The Lancet Gastroenterology & Hepatogy ha encendido una luz ámbar sobre el uso de inteligencia artificial en medicina. El estudio analizó más de 1.400 colonoscopias realizadas en centros de salud en Polonia. Tras incorporar un sistema de inteligencia artificial que destaca visualmente posibles lesiones, los profesionales obtuvieron mejores resultados cuando el sistema estaba activado. La tasa de detección de adenomas subió al 25,3 %. Sin embargo, cuando se retiró la IA y los mismos médicos continuaron sin asistencia, el porcentaje cayó al 22,4 %, por debajo del 28,4 % inicial. El dato sugiere un debilitamiento de la habilidad clínica, como si el ojo se desentrenara tras confiarse a la máquina.

La máquina que marca, pero no enseña

El sistema resaltaba posibles pólipos precancerosos en tiempo real. Nada más. No explicaba ni razonaba. Ayudaba a ver más, sí, pero también acostumbraba al profesional a mirar menos. En lugar de formar, deformaba. Porque cuando el apoyo se convierte en muleta, la técnica se oxida.

Promesas que dependen del encuadre

En radiología, el uso de IA mostró otro resultado. Residentes con asistencia tecnológica cometían menos errores y mejoraban su diagnóstico colectivo en un 22 %. Fue en un estudio publicado en enero de 2025. La diferencia está en cómo se usa: si acompaña, suma; si reemplaza, resta.

El dato ya es tendencia (y preocupación)

STAT News recogió el caso polaco como la primera prueba real del fenómeno conocido como deskilling: perder habilidades por exceso de automatización. Ocurre en medicina, pero también en otros ámbitos. Un estudio de 2024 en arXiv alertaba sobre bucles de retroalimentación donde los modelos se alimentan de sus propias respuestas, perdiendo calidad con el tiempo. La IA no se corrige sola.

Entre bata blanca y código: un punto de inflexión

Una revisión académica de marzo de 2025 planteó preguntas incómodas: ¿se puede perder el juicio clínico? ¿Qué pasa con la exploración física? ¿Y la conversación con el paciente? La propuesta no era frenar la innovación, sino trazar marcos claros. Investigar, medir y ajustar. Evitar que el progreso borre lo aprendido.

Una pausa para no perder el pulso

Algunos expertos ya ensayan una solución, alternando sesiones con y sin IA. Para no depender. Para mantener el ojo, el instinto, la escucha. La clave no es desconfiar de la máquina, sino saber cuándo dejarla en segundo plano. Porque hay cosas que aún no pueden automatizarse, como la intuición que se forma tras cientos de casos, o la duda que aparece justo cuando todo parecía claro.

Abre un paréntesis en tus rutinas. Suscríbete a nuestra newsletter y ponte al día en tecnología, IA y medios de comunicación.

Dejar un comentario