Un juez federal de California ha dado luz verde preliminar a un acuerdo histórico entre la empresa de inteligencia artificial Anthropic y un grupo de autores demandantes por uso no autorizado de sus obras. El pacto, por 1.500 millones de dólares, podría marcar un antes y un después en los litigios sobre derechos de autor en el entorno de la IA.
El origen del conflicto data de una demanda colectiva iniciada por los escritores Andrea Bartz, Charles Graeber y Kirk Wallace Johnson, quienes acusaban que Anthropic utilizó “millones de libros pirateados” para entrenar su modelo de IA, Claude, sin el permiso de los creadores. En junio, el juez William Alsup dictaminó que la etapa de entrenamiento de IA usando copias legalmente adquiridas podía considerarse un uso transformativo (fair use), pero que Anthropic había infringido derechos al almacenar más de 7 millones de libros piratas en una “biblioteca central” que excedía ese uso. Esa distinción abrió la puerta a la negociación del acuerdo para evitar un juicio con daños que podrían ascender a cientos de miles de millones para la compañía.
Durante la audiencia para la aprobación preliminar, el juez Alsup calificó el acuerdo como “justo” y aseguró que las partes habían respondido sus interrogantes anteriores. No obstante, señaló que la aprobación final solo podrá darse una vez notificados todos los autores afectados y se les otorgue la posibilidad de presentar reclamaciones u objeciones. Los demandantes celebraron que este fallo “acerca la rendición de cuentas a Anthropic” y advierten que el acuerdo sienta un precedente para que otras compañías de IA no “atrollen los derechos de los creadores”.
Anthropic, por su parte, sostuvo que el pacto le permitirá centrar esfuerzos en “desarrollar sistemas seguros de IA” sin distraerse en litigios interminables. En el documento del acuerdo se estipula que la empresa eliminará las copias cuestionadas y que podrían abonarse cerca de 3.000 USD por cada libro identificado dentro del acuerdo, aunque ese valor podría ampliarse si se suman más obras reclamadas.
Este caso se coloca como el primero resuelto entre autores y empresas de IA en litigios por derechos de autor, precediendo demandas similares contra gigantes como OpenAI, Microsoft o Meta, que ya enfrentan acusaciones por prácticas similares. En muchos de esos casos está en juego el alcance del concepto de “uso justo” cuando la IA aprende de inmensos corpus digitales, y cuánto debe pagarse —o exigir permiso— al autor original.
Aunque el acuerdo aún debe ser confirmado judicialmente, ya ha encendido alertas en la industria creativa: podría generar un efecto dominó para que desarrolladoras de IA reconsideren sus estrategias de adquisición de datos y fortalezcan mecanismos de licenciamiento para proteger la propiedad intelectual.
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