OpenAI ha publicado su primer gran informe sobre uso empresarial de inteligencia artificial, The State of Enterprise AI 2025. Según sus datos, lo que hasta hace poco parecía una ola de experimentos aislados empieza a transformarse en infraestructura real. Más de un millón de clientes corporativos activos ya usan sus herramientas, muchas veces en el día a día del trabajo.
La migración no es solo cuantitativa. La intensidad del uso se dispara, los mensajes semanales en entornos empresariales crecieron ocho veces en un año. El consumo de «reasoning tokens» —una métrica interna que refleja tareas complejas, razonamiento, codificación o análisis— se multiplicó por 320 en promedio por organización. Eso sugiere que muchas empresas ya no ven la IA como un experimento pasajero, sino como una parte central de sus operaciones.
Del chat casual a flujos de trabajo internos
El informe destaca un cambio de fase, las organizaciones ya no usan IA solo en tareas puntuales. En su lugar, muchas la integran en procesos repetibles y estructurados. Un indicador clave es la adopción de herramientas como «Custom GPTs» y «Projects». Estas interfaces configurables permiten adaptar la IA a necesidades internas, desde la revisión automática de documentos hasta la generación de código o la automatización de tareas rutinarias.
En concreto, el uso semanal de Custom GPTs se multiplicó por 19 en lo que va de año. Hoy, casi una quinta parte de todos los mensajes empresariales pasan por estas herramientas. Algunas grandes organizaciones ya operan con miles de GPTs internos.
Una entidad financiera global del sector bancario citada en el informe utiliza más de 4.000 GPTs.
Al mismo tiempo, el uso de APIs por parte de desarrolladores y equipos de producto se ha disparado. Varias empresas han procesado más de un billón de tokens. Eso sugiere que la IA no se limita a tareas de asistencia, sino que impulsa productos, servicios y operaciones clave.
Lo que dicen los empleados: menos carga, más alcance
El informe incorpora una encuesta a 9.000 empleados de casi 100 empresas.
Tres de cada cuatro trabajadores afirman que la IA ha mejorado la velocidad o la calidad de su trabajo. En promedio, los usuarios activos declaran ahorrar entre 40 y 60 minutos al día. En perfiles como ciencia de datos o ingeniería, ese ahorro puede superar los 80 minutos.
Pero los beneficios no se limitan al tiempo. Muchos trabajadores indican que ahora pueden realizar tareas que antes quedaban fuera de su alcance como analizar datos, automatizar hojas de cálculo, crear herramientas internas o generar código. Equipos no técnicos están ampliando su margen de acción.
Por funciones, el 87 % del personal de TI reporta resolución más rápida de incidencias; el 85 % del área de producto o marketing nota mayor agilidad en campañas; el 75 % de recursos humanos detecta mejoras en la comunicación interna; el 73 % de ingeniería informa mayor rapidez en la entrega de software.
La nueva brecha: no es acceso, es uso
Uno de los hallazgos más relevantes es la aparición de una brecha interna. El informe distingue entre usuarios «en la frontera» y usuarios promedio. Los primeros envían seis veces más mensajes con IA. Las empresas en la frontera duplican el volumen medio por trabajador.
Esto revela una tensión creciente, aunque la IA está disponible para casi todas las organizaciones, los beneficios reales —en eficiencia, creatividad o escalabilidad— se concentran en quienes la integran profundamente. El principal freno ya no es la tecnología, sino la estructura interna, sistemas de identidad, continuidad de contexto, lógicas de adopción y formación.
Sectores en transformación y pistas de futuro
El sector tecnológico sigue liderando la adopción, con un crecimiento de 11 veces en el último año. Pero la expansión más rápida ocurre en ámbitos más tradicionales como la salud (8x), la manufactura (7x). Eso indica una transición hacia industrias donde la IA tenía poca presencia hasta hace poco. Mientras tanto, sectores como finanzas, servicios profesionales o tecnología son los que más volumen de uso acumulan. Y no solo en tareas menores, hay indicios de que la IA ya forma parte de procesos críticos.
Más allá de lo técnico: el reto es organizativo
El informe sugiere que el próximo salto de la IA empresarial no dependerá de los modelos, sino de su integración real. La promesa ya no es solo automatizar tareas, sino rediseñar cómo se trabaja, desde delegar flujos complejos, generar contenido estructurado, escalar decisiones. Eso exige cambios profundos en la cultura interna, en los procesos y en la arquitectura de los sistemas. La IA dejará de ser un extra para convertirse en infraestructura. Para algunas organizaciones, eso significará una ventaja estratégica. Para otras, un espejismo si no se acompaña de adaptación real.
La hegemonía de ChatGPT se consolida, pero se desacelera
ChatGPT mantiene una cuota global del 82,7 % en el mercado de chatbots a julio de 2025. Genera cerca de 1.000 millones de dólares mensuales. Sin embargo, su crecimiento de usuarios activos mensuales globales se ha desacelerado, con solo un 6 % entre agosto y noviembre.
En contraste, Google Gemini creció un 30 % en usuarios activos en el mismo período, y Perplexity registró un crecimiento interanual del 370 %. Esto sugiere que el dominio de OpenAI enfrenta una creciente competencia.
En regiones como España, la alta dependencia de plataformas como ChatGPT plantea riesgos de dependencia tecnológica y limita la diversificación de proveedores.
Agentes de IA: la nueva frontera operativa
2025 se perfila como el año de los agentes de IA, sistemas autónomos que no solo generan contenido, sino que ejecutan tareas para cumplir objetivos. El 96 % de los líderes de TI planea ampliar su uso en los próximos 12 meses.
El acoplamiento entre IA generativa y agentes actúa como multiplicador del ROI. Hoy, los agentes más comunes automatizan tareas como optimización de rendimiento (66 %), monitoreo de seguridad (63 %) y asistencia en codificación (62 %).
No obstante, aunque el 88 % de las empresas ya usa IA en alguna función, solo un tercio ha conseguido escalarla de forma efectiva a nivel organizativo. Muchas siguen en fase piloto o de prueba.
Ética de la IA: un nuevo factor de rentabilidad
La gestión ética de la IA ha pasado de ser una cuestión reputacional a convertirse en una estrategia con impacto financiero directo. El 80 % de los líderes considera que cuestiones como explicabilidad, sesgo y confianza son obstáculos clave para su adopción.
Las empresas que implementan auditorías éticas reportan un ROI doble respecto a quienes no lo hacen. El valor se calcula en tres niveles:
- Valor financiero directo: reducción de riesgos, mejora operativa, impacto en ingresos.
- Valor indirecto: confianza del cliente, atracción de talento, reputación.
- Valor estratégico: liderazgo e innovación en el mercado.
El sesgo y la inexactitud en las respuestas son riesgos clave para más de la mitad de los líderes consultados.
Un nuevo rol en la empresa: el Chief AI Officer
La complejidad de la IA ha impulsado la creación del Chief AI Officer (CAIO). Un 26 % de las organizaciones ya cuenta con este rol, que actúa como nexo entre negocio, tecnología y cumplimiento regulatorio. El CAIO lidera la estrategia de IA, asegura el uso ético y conforme a normativas como el AI Act de la UE, y colabora con la C-Suite para integrar la IA en los procesos empresariales. La falta de gobernanza es una preocupación común. Las organizaciones aún necesitan estructuras sólidas que integren testing, trazabilidad y cumplimiento desde la fase de diseño.
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