La inteligencia artificial se instala en el sistema sanitario europeo con promesas de eficiencia y precisión. Pero un nuevo informe de la OMS revela una grieta creciente, la tecnología se despliega más rápido que las leyes que deberían enmarcar su uso.
Diagnósticos automáticos, decisiones humanas
Desde algoritmos que detectan tumores hasta plataformas que anticipan brotes gripales, la IA se integra en quirófanos, centros de atención primaria y sistemas de gestión. Según el informe de la OMS Europa, basado en una encuesta a 50 países, 32 ya aplican IA en salud. Los demás están en fase de exploración. La implementación es veloz, pero los marcos regulatorios no acompañan el ritmo.
Promesas que ilusionan
La inteligencia artificial promete transformar la atención médica con diagnósticos más tempranos, medicina personalizada, menos carga administrativa y mejor uso de los recursos. Algunos sistemas públicos ya combinan historiales clínicos, datos demográficos y modelos predictivos para emitir alertas preventivas. La expectativa es alta, pero los estándares son desiguales.
Datos sensibles, reglas difusas
Detrás de cada algoritmo hay millones de datos personales cómo análisis clínicos, imágenes diagnósticas, historiales médicos, información de seguros. La OMS advierte que sólo cuatro países tienen una estrategia nacional para IA en salud, y otros siete están desarrollándola. El resto opera sin un marco claro. Sin garantías legales, el uso de datos sensibles queda expuesto a brechas de seguridad y decisiones poco transparentes.
Riesgos sin anestesia
La automatización sin regulación puede traer sesgos, errores y decisiones opacas. Un algoritmo mal entrenado puede perpetuar desigualdades; una IA no supervisada puede errar en diagnósticos críticos. La OMS advierte: sin control humano y sin legislación robusta, la IA podría acentuar las brechas ya existentes en los sistemas de salud.
Mirando más allá del consultorio
La Unión Europea ha dado un paso con el Reglamento de Inteligencia Artificial, que clasifica los sistemas sanitarios como de alto riesgo y exige requisitos como trazabilidad, supervisión humana y auditorías técnicas. Sin embargo, muchos países del este de Europa y Asia central aún carecen de leyes similares. Esto genera una doble dependencia: tecnológica y legal, respecto a desarrollos externos.
Una urgencia compartida
El informe concluye que la clave no es frenar la innovación, sino acompañarla con políticas, supervisión y formación. Como en cualquier tratamiento médico, aplicar tecnología sin diagnóstico previo puede generar efectos secundarios. Y en este caso, los síntomas ya comienzan a ser visibles.
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