La sociedad global debe tomar conciencia de la importancia que tiene entrar en la conversación para decidir cómo se diseña (y usa) la IA en el periodismo
No cabe duda de que el periodismo va a experimentar una de sus más profundas transformaciones a lo largo de este lustro. Los medios digitales, que se han centrado en producir noticias en masa con criterios SEO para pescar en ese gran mar que es Google, van a ver su trabajo superado por eso que llamamos IA generativa.
Todo ello va a cuestionar lo que es y no inteligente, la deriva en la que se encuentra el oficio de redactor e incluso el propio sentido de la profesión periodística en sí. Habrá muchas tareas que se dejarán de hacer y esperemos que esa mano invisible que mueve el mercado obligue a este oficio a reflexionar sobre el valor añadido que aporta a la sociedad y a actuar en consecuencia.
Una formación que se convirtió en terapia
Hace unos días, me invitaron a participar en una sesión formativa sobre IA generativa aplicada al periodismo y se produjo una reacción inesperada. Una periodista se alzó y verbalizó el sentir de no pocos redactores que se asoman por primera vez a las posibilidades de la IA: “Tengo vértigo”. La sesión, que se había planteado en un primer momento para perderle el miedo a la tecnología, se convirtió en una terapia grupal improvisada.
Otro redactor añadió más argumentos: “La IA se va a usar para generar mucho más contenido” con menos recursos. Y no le faltaba razón. Como comentaba hace unos meses Clara Soteras, experta en SEO: mientras en Estados Unidos surge en las redacciones la figura del responsable de IA, en España los medios digitales piensan en cómo abrir nuevos verticales que les permitan producir más por menos.
Pero yo tengo la sensación de que se equivocan. El mercado, cuando se encuentra inmerso en cambios tan profundos, puede dar lugar a alucinaciones de este calado. Se vio claramente cuando apareció internet y los periódicos eran reticentes a subir sus artículos. Ahora muchos renuncian directamente al papel y a la versión PDF. También con la llegada de Netflix y su impacto en las televisiones (ahora ninguna se plantea producir nada sin pensar en su estreno online y multiplataforma).
La IA cambia el tablero de juego
Creer que la IA generativa es producir mucho contenido para los mismos canales de siempre es perderse más de la mitad de la historia. Pocas personas leerán un solo artículo escrito por ChatGPT pudiendo preguntar ellos mismos a Alexa. De forma personalizada y al instante. Y, curiosamente, el periodismo humano se va a volver más imprescindible que nunca. Especialmente el local. Porque es allí donde la IA no llega todavía. Por eso OpenAI se asoció con Axios, uno de los medios con vertebración local más importantes en Estados Unidos.
Y de ahí llegamos a la conversación humana, que es lo más importante ahora mismo. Con las redes sociales, pasamos de hablar cara a cara a enviar mensajes directos por Instagram. Luego, dejamos de distinguir las interacciones humanas de los bots: cabe recordar que Elon Musk estuvo a punto de no comprar Twitter cuando vio la cifra real de ‘robots’ que poblaban la plataforma. Y paradójicamente, ahora ha sido él mismo el que ha puesto a disposición de todo el mundo Grok.
El aislamiento no lleva a ninguna parte: lo necesario es reconstruir los puentes que nos unen y conversar entre humanos. Y más concretamente, entre periodistas. Y organizarnos para lo que se viene, decidir cómo se puede usar esta nueva tecnología de forma inteligente para que la profesión gane. Y comenzar a exigir, porque hemos experimentado ya no pocas crisis cuyo origen es siempre el mismo: dejar en manos de intrusos, economistas, burócratas y tecnólogos el futuro de nuestra profesión.