La administración Trump ha autorizado el uso del modelo de inteligencia artificial Llama de Meta por parte de agencias federales, marcando un nuevo hito en la adopción gubernamental de herramientas comerciales de IA. Esta decisión, anunciada por la Administración de Servicios Generales (GSA, por sus siglas en inglés), incorpora a Llama en el catálogo oficial de soluciones tecnológicas aprobadas para el Estado.
El modelo Llama, un sistema de lenguaje de gran escala desarrollado por Meta, está diseñado para procesar múltiples formatos de datos, incluyendo texto, imágenes, video y audio. Su aprobación se da en el marco de una estrategia más amplia para integrar soluciones de IA comerciales en tareas gubernamentales, desde la revisión de contratos hasta la gestión de incidencias informáticas. Según Josh Gruenbaum, responsable de adquisiciones de la GSA, la iniciativa busca aprovechar las capacidades del sector privado para mejorar la eficiencia estatal, sin comprometer los estándares de seguridad y legalidad.
Meta no es la única tecnológica en esta dinámica. Previamente, la GSA ya había autorizado soluciones de IA de Amazon Web Services, Microsoft, Google, OpenAI y Anthropic. Estas compañías han ofrecido sus productos a precios reducidos, bajo la condición de cumplir con los protocolos de seguridad establecidos por el gobierno estadounidense. Esta colaboración se enmarca en una visión pragmática: las tecnológicas buscan consolidar su legitimidad institucional, mientras el gobierno moderniza sus herramientas operativas.
Cabe señalar que Llama es, al menos en su versión base, un modelo gratuito y de código abierto, lo que lo diferencia de otras opciones más restrictivas o con mayores barreras de acceso. Esta cualidad lo hace particularmente atractivo para usos públicos, donde la transparencia y la capacidad de auditoría son requisitos fundamentales.
La aprobación de Llama también puede leerse como una victoria simbólica para Meta, una compañía que ha buscado reposicionarse en el ecosistema de IA tras quedar inicialmente rezagada frente a actores como OpenAI o Google DeepMind. Ahora, con el respaldo del aparato federal, Meta se posiciona como un jugador relevante en la carrera por el dominio del sector institucional de la inteligencia artificial.
Sin embargo, la medida no está exenta de controversias. Aunque Gruenbaum rechaza que esta cooperación implique favoritismos hacia determinadas empresas, la decisión se produce en un contexto político en el que la relación entre el gobierno y el Big Tech ha sido objeto de escrutinio constante. La administración Trump, conocida por su enfoque intervencionista, podría estar utilizando estas alianzas como una forma de proyectar eficiencia y control tecnológico.
En todo caso, la incorporación de Llama al aparato estatal representa un nuevo episodio en la creciente convergencia entre el poder público y las grandes tecnológicas. Si el experimento resulta exitoso, podríamos estar ante un precedente que redefina la relación entre la IA comercial y la gestión pública en los próximos años.
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