Su tamaño privilegiado les permite eludir todo tipo de controles. Cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde: se han dado un festín y te pica todo el cuerpo. Lo que hasta ahora era un drama humano, pronto va a ser un problema digital más: China ha presentado un dron minúsculo con forma de mosquito.
Tiene alas, pero también cámaras, micrófonos y capacidad para enviar y recibir información a distancia. Es lo último en ingeniería y mide tan solo 1,3 centímetros. Es decir, un arma perfecta para sumergirse en cualquier lugar estratégico: una instalación militar, la sede de un partido político o incluso el salón de tu casa.
¿Lo peor? Cuando este engendro biónico agite sus alas fuera de ese lugar, ya no habrá vuelta atrás: lo más íntimo habrá quedado expuesto.
Hasta ahora, China había tenido predilección por invadir sus calles con cámaras en nombre de la seguridad. Se calcula que solo en Shanghái hay instalados un millón de dispositivos de videovigilancia. Con los algoritmos inteligentes, ya no es necesario ni que haya un humano detrás para aplicar la doctrina de la vigilacia masiva.
Vigilancia masiva con IA
Ahora, con este mosquito biónico, siempre en nombre de la seguridad, quedará todo al descubierto. Con ayuda de la IA, incluso podrían realizar misiones masivas no supervisadas por humanos.
El Estado podría saber si reciclas o no, con quién duermes, si te duchas cada día… Un complemento perfecto al sistema de control por puntos que tiene a toda la sociedad analizada permanentemente.
Ante ello, solo nos quedarán dos opciones: la resignación o las mosquiteras. Este último, un invento que ya se usaba en el Antiguo Egipto y que llegó como un lujo en la Edad Media a Europa. Ahora será simplemente una imposición para los que queramos disponer de una capa de privacidad extra, sin perder de vista la libertad, al otro lado, seccionada convenientemente por una rejilla.
