Neuralink, la empresa de neurotecnología fundada por Elon Musk, ha iniciado en Reino Unido su primer ensayo clínico con humanos fuera de EE. UU., en colaboración con los hospitales universitarios UCLH y el Newcastle Hospitals NHS Foundation Trust.
La prueba está dirigida a siete pacientes afectados por parálisis severa, incluyendo personas con lesión medular o esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El objetivo es implantar bajo el cráneo el chip N1, de tamaño similar a una moneda, para que puedan controlar dispositivos digitales o físicos con la mente, sin necesidad de contacto físico.
Este avance sigue a los primeros implantes humanos realizados en EE. UU. en 2024. Neuralink superó las preocupaciones de la FDA y logró implantar con éxito su dispositivo en cinco pacientes, quienes ya pueden interactuar con computadoras y aparatos mediante señales cerebrales.
Uno de los casos más notables es el de Audrey Crews, la primera mujer en someterse al implante. Paralizada durante 20 años, recientemente logró escribir su nombre utilizando solo el chip cerebral, sin mover un dedo. Aunque el dispositivo no restaura la movilidad física, representa un avance sustancial para la comunicación tecnológica telepática.
Neuralink ha recaudado unos 1.300 millones USD, incluidos 650 millones en su última ronda, valorándose en cerca de 9.000 millones USD. Según documentos de Bloomberg, la empresa espera generar mil millones de dólares anuales en 2031 implantando chips en hasta 20.000 personas al año y operando cinco clínicas globales.
Este ensayo británico marca la primera implementación europea, y completa una red de estudios clínicos activos también en Canadá, EE. UU. y Emiratos Árabes Unidos, ampliando gradualmente el alcance del estudio PRIME a nivel global.
Aunque es un hito tecnológico indiscutible, también genera debates éticos. Neuralink ha enfrentado críticas por experimentación con animales, acusaciones de crueldad en ensayos con primates y preguntas sobre riesgos quirúrgicos y accesibilidad futura.
El ensayo en Reino Unido podría cambiar el paradigma de los dispositivos de asistencia para personas con discapacidad neurológica, y acercar el futuro de interfaces cerebro-máquina capaces de transformar radicalmente la autonomía personal.
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