“Tia, me has salvado”. Una de mis amigas me soltó esto cuando le enseñé lo que era Notebook LM. Ella estudia en la UOC (la Universitat Oberta de Catalunya), que es en línea, y necesitaba que alguien le explicara una parte concreta del temario que no entendía. “¡Me ha hecho un vídeo y todo!”, decía flipando. Pasó de estar estresada porque no entendía nada, no podía hacer la tarea y temía suspender, a tranquilizarse, entenderlo, acabar la tarea e ir confiada al examen. Y lo mejor de todo, la IA no le hizo la tarea, le explico cómo hacerla.
Utilizar la IA para hacerte el trabajo es posible y muy fácil hoy en día, pero la elección es nuestra. Igual que elegimos si creemos todo lo que vemos o no. Con la reciente llegada de herramientas Sora 2 y los modelos anteriores de generación de vídeo, se ha vuelto extremadamente sencillo crear vídeos falsos con apariencia real, y aún más con fotografías que ya parecen indistinguibles de las auténticas.
El arte del engaño ha existido siempre. En el marco de las conferencias del Mecal 360, el escritor Jorge Carrión miraba atrás y comparaba las imágenes generadas con IA con las de los fotógrafos estadounidenses Alexander Gardner y Mathew Brady. Fueron enviados a fotografiar la Guerra Civil de Estados Unidos para reclutar soldados y para patrocinar el país y durante la guerra estadounidense, ambos presumían de fotos del frente, pero en realidad movían cadáveres para hacer las escenas más impactantes, o llegaban al campo de batalla cuando todo había terminado. Entonces, Carrión lanzaba la pregunta: “que diferencia hay entre la mentira de las fotografías de Gardner y Brady y las imágenes hechas con IA?” Quizás la única diferencia es que hoy esa manipulación está al alcance de cualquiera.
De hecho, un estudio reciente de Equinix, recogido por Paréntesis Media, revela que los españoles son los europeos que más confían en la inteligencia artificial, pero también de los que menos la entienden. Según los datos, más del 65 % de los españoles valora la IA de forma positiva, y el 82 % no siente miedo ante ella, muy por encima de otros países europeos como Alemania o Suiza. Sin embargo, la mayoría admite no comprender realmente cómo funciona, lo que sugiere que nuestra confianza supera nuestro conocimiento.
Ahí está el punto clave. De momento, la IA no decide por nosotros. Somos nosotros que elegimos si le dejamos hacernos la tarea o no, si repasamos el texto antes de enviarlo y si nos creemos todo lo que nos responde. El problema no es la IA, somos nosotros y lo que elegimos hacer con ella.