Avanza sin freno y sin mapa. La inteligencia artificial se despliega por todo el mundo mientras los marcos legales se quedan cortos, o simplemente no existen. Desde la ONU advierten que sin un enfoque global, los riesgos de la IA pueden desbordar las promesas. Y no todos tienen asiento en este viaje.
Una llamada desde el centro de control
Doreen Bogdan‑Martin, secretaria general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, puso las cartas sobre la mesa. Pide que gobiernos, empresas y comunidades acuerden unas reglas mínimas para la IA. No para detenerla, sino para encauzarla. “Es urgente establecer el marco adecuado”, dijo esta semana durante una conferencia de prensa en la sede de la ONU en Ginebra.
No es solo una cuestión técnica. Es una carrera entre cooperación y caos. Porque mientras algunos afinan sus algoritmos, otros ni siquiera tienen conexión.
Una tecnología que reparte beneficios y brechas
El 85 % de los países, según la ONU, no tiene aún una estrategia nacional para IA. Y más de 2.600 millones de personas siguen sin acceso a internet. En ese vacío, el desarrollo avanza sin todos a bordo.
La ONU advierte que la IA puede amplificar desigualdades si no se regula desde una mirada global. No solo por los datos que usa, sino por quién decide qué sistemas se despliegan, dónde y para qué. También hay sesgos estructurales, ya que la mayoría de los desarrolladores son hombres y las voces del sur global apenas cuentan en el diseño de estas herramientas.
Cuando cada uno dibuja su propio mapa
El riesgo, según Bogdan‑Martin, es que cada país avance por su cuenta. Y el ejemplo más claro acaba de llegar desde Estados Unidos. Donald Trump propone desregular la IA casi por completo para “garantizar la supremacía americana”. Una apuesta por la velocidad, sin frenos.
La jefa de la UIT evitó confrontar directamente, pero dejó claro que los desafíos que plantea la IA —desde la manipulación de información hasta la automatización de decisiones sensibles— requieren coordinación. Como quien intenta apagar un incendio con protocolos distintos en cada esquina.
Europa regula, China propone, la ONU media
Frente a la vía libre que plantea Washington, la Unión Europea puso en marcha el año pasado su AI Act, con normas proporcionales al nivel de riesgo y multas extraterritoriales. China, por su parte, ha propuesto crear una organización internacional para coordinar el desarrollo ético de la IA, con participación amplia.
Además, más de 50 países han firmado un convenio del Consejo de Europa que establece principios jurídicos sobre transparencia y derechos humanos. Pero las dos grandes potencias aún no se suman.
Una mesa vacía que sigue esperándonos
El mensaje de la ONU no es nuevo, pero sí más apremiante. La tecnología no espera. Y aunque cada actor defiende su ruta, todos comparten el mismo paisaje digital. La pregunta ya no es si regular, sino cómo acordar una brújula común antes de que las decisiones técnicas se hagan irreversibles.
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