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Codex es un agente autónomo dentro de ChatGPT que promete transformar la forma en que se crea software

Codex trabaja desde la nube. Al recibir una tarea, se instala en un ordenador virtual aislado —un sandbox en la nube—, clona el proyecto desde GitHub a través de una conexión controlada y comienza a escribir, compilar y depurar su propio código hasta que supera los tests. Todo sucede lejos del equipo del usuario y sin acceso abierto a Internet, de modo que los riesgos de ejecutar software no verificado se reducen al mínimo.

Los encargos pueden extenderse desde unos segundos hasta media hora, y OpenAI planea permitir ejecuciones aún más largas conforme mejore la infraestructura. Por ahora, la vista previa está disponible sin coste extra para los planes ChatGPT Pro, Enterprise y Team. La compañía anticipa que fijará límites y venderá créditos adicionales cuando mida la demanda, y asegura que la ampliación a los planes Plus y Edu llegará “en las próximas semanas”.

¿Por qué importa más allá de los programadores?

Al delegar todo el ciclo de programación en un agente, la barrera de entrada desciende drásticamente: basta describir con lenguaje natural lo que se necesita. Un emprendedor sin equipo técnico podría, por ejemplo, pedir a Codex “construye un bot interno que responda preguntas frecuentes de soporte” y recibir un microservicio empaquetado, listo para lucirse ante clientes internos. Igualmente, un responsable de marketing podría prototipar un sistema de recomendaciones en su tienda online o un formulario de reservas sin escribir una línea de código.

OpenAI reconoce que el sistema todavía se equivoca—especialmente con instrucciones ambiguas o proyectos muy complejos—y que trabaja en salvaguardas y métricas de fiabilidad. Aun así, el potencial es evidente: si el agente se ocupa de refactorizar, documentar o escribir baterías de tests, los desarrolladores humanos pueden concentrarse en diseño, arquitectura e innovación.

La competencia es intensa. Google empuja Gemini Code Assist, Anthropic afina Claude Code y el ecosistema independiente cuenta con soluciones como Cursor. En paralelo, OpenAI está en conversaciones para adquirir Windsurf (antes Codeium) por unos 3.000 millones de dólares, una operación que reforzaría su posición en la carrera por el “programador de IA generalista”.

Para los curiosos, el camino es simple: contratar un plan de pago y poner a prueba al nuevo compañero. Puede que aún no acierte siempre a la primera, pero el software “a la carta” está cada vez más cerca.

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