El conflicto legal con el New York Times obliga a OpenAI a conservar incluso datos que antes se eliminaban automáticamente
Una reciente decisión judicial ha sacudido los cimientos de la privacidad digital en el ámbito de la inteligencia artificial. La jueza federal Ona Wang, del Distrito Sur de Nueva York, ordenó a OpenAI conservar la totalidad de los registros generados por ChatGPT, incluidos aquellos los efímeros o los eliminados por los propios usuarios. La medida responde a la demanada del The New York Times, que acusa a la empresa de haber entrenado sus modelos con millones de artículos protegidos por derechos de autor.
Privacidad comprometida
La orden exige preservar no solo los historiales de conversaciones que los usuarios decidieron guardar, sino también los «chats temporales» y las interacciones realizadas mediante la API de OpenAI. Para la compañía, esta imposición representa lo que ha descrito como una “pesadilla para la privacidad”, al alterar sustancialmente su política actual de no retención automática y generar tensiones con normativas internacionales como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea.
OpenAI is now required by court order to preserve all ChatGPT logs including «temporary chats» and API requests that would have been deleted
if I understand this correctly, it means data retention policies for apps that use OpenAI API simply cannot be honored pic.twitter.com/k989iTyzxb
— kepano (@kepano) June 4, 2025
La preocupación central de OpenAI radica en el posible deterioro de la confianza de los usuarios. Hasta ahora, quienes utilizaban funciones como los chats temporales confiaban en que su información no sería almacenada. Sin embargo, la orden obliga a conservar incluso aquellos datos eliminados manualmente por los usuarios, lo que abre un debate sobre el derecho al olvido y el control individual sobre la información digital.
Desde el ámbito legal, el argumento del tribunal es que los datos podrían ser relevantes para determinar si ChatGPT ha reproducido contenido con copyright. Los demandantes sostienen que usuarios podrían haber solicitado reproducciones de artículos protegidos y luego borrado los rastros, algo que OpenAI rechaza como una hipótesis sin pruebas.
Más allá del caso: implicaciones para el futuro de la IA
Este caso ha generado inquietud más allá del conflicto puntual entre OpenAI y The New York Times. Desarrolladores y usuarios de herramientas que priorizan la privacidad, como Obsidian —que evita integrar IA que dependa de servidores externos—, han expresado preocupación por el precedente que establece esta medida. La obligación de guardar toda interacción contradice principios básicos de privacidad digital y plantea interrogantes sobre la jurisdicción de las leyes nacionales frente a tecnologías globales.
you can «delete» a ChatGPT chat, however all chats must be retained due to legal obligations 💀 pic.twitter.com/gyU3ozyMpg
— kepano (@kepano) June 4, 2025
Esta orden judicial reconfigura el delicado equilibrio entre privacidad y transparencia en el uso de modelos de lenguaje. Aunque aún queda por verse cómo se implementará técnicamente y si OpenAI apelará la decisión, el caso ya marca un antes y un después en la regulación de la IA y en las expectativas de los usuarios sobre el control de sus propios datos.
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