El MIT advierte que el uso temprano de IA inhibe funciones mentales clave. Cataluña, por su parte, elimina móviles y pantallas en las escuelas. Dos señales distintas que apuntan a un mismo problema: la salud cognitiva en la era digital
Una advertencia desde el MIT: pensar ya no es lo que era
Un estudio del MIT Media Lab ha revelado un fenómeno que puede redefinir cómo usamos la tecnología en educación. Titulado “Your Brain on ChatGPT”, el trabajo muestra que los estudiantes que usan IA para redactar desde el inicio sufren una caída en la actividad cerebral, menor memoria y pérdida del sentido de autoría. El equipo, liderado por Nataliya Kosmyna, identifica esto como una forma de “deuda cognitiva”, el cerebro deja de trabajar porque delegamos el pensamiento.
Cataluña: apagar los móviles para encender el pensamiento
En paralelo, el Departament d’Educació de Cataluña ha aprobado la prohibición total de móviles, relojes inteligentes y pantallas en infantil y primaria a partir del curso 2025–2026. La medida forma parte del Plan de Digitalización Responsable, que busca revertir los excesos tecnológicos postpandemia y “recuperar la atención y la reflexión” en el aula. La consellera Esther Niubó ha subrayado que el objetivo es “poner la pedagogía por delante de la tecnología”.
Un experimento cerebral en tres actos
La investigación del MIT involucró a 54 participantes que escribieron ensayos en tres modalidades: sin ayuda, con Google y con IA. Durante las sesiones, se registró su actividad cerebral mediante electroencefalografía de alta densidad (EEG) con 32 electrodos, lo que permitió observar el grado de activación de regiones clave como la corteza frontal, parietal y temporal, asociadas al pensamiento abstracto, la toma de decisiones y la memoria.
Los resultados fueron reveladores: quienes escribieron sin ayuda mostraron una conectividad neuronal alta y textos más ricos. En cambio, el grupo que usó ChatGPT desde el inicio presentó una caída significativa en la actividad cerebral, con ondas alfa y beta debilitadas, menor recuerdo de lo escrito y sensación reducida de autoría. Además, cuando estos usuarios debieron escribir sin IA, mostraron una desconexión cognitiva persistente. En cambio, los que pensaron primero y luego usaron IA incrementaron su activación cerebral, sugiriendo que el orden en el que se emplea la tecnología altera su impacto.
Un marco común: preservar la salud mental y cognitiva
Aunque el MIT y la Generalitat actúan en ámbitos distintos, coinciden en una misma preocupación: la tecnología mal integrada está alterando procesos mentales esenciales. El estudio demostró que el uso de ChatGPT desde el inicio de una tarea disminuye la activación de regiones cerebrales clave. La medida catalana, al impedir el uso de dispositivos durante el aprendizaje temprano, busca preservar precisamente esas funciones cognitivas como la atención sostenida, la memoria activa y la capacidad de autorregulación.
Secuenciar la tecnología: primero pensar, luego pulir
Uno de los hallazgos más importantes del MIT fue que el orden importa. Quienes pensaban primero y luego usaban IA aumentaban su actividad cerebral; los que hacían lo contrario, sufrían una desconexión. La nueva normativa catalana no prohíbe toda tecnología, pero obliga a una secuencia natural: primero se trabaja sin pantallas, luego —cuando el pensamiento está formado— se puede introducir tecnología como herramienta de refinamiento.
Una lección compartida: pensar antes de delegar
El MIT lo demuestra con datos; Cataluña lo aplica con políticas. Ambos casos nos invitan a reflexionar sobre el verdadero rol de la tecnología en el aula. No se trata de apagar por apagar, ni de abrazar lo nuevo sin preguntas. Se trata, sobre todo, de decidir cuándo y cómo dejamos que una máquina piense por nosotros.
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