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OpenAI, la empresa que popularizó la inteligencia artificial conversacional con ChatGPT, está dando un salto físico. En los últimos meses ha fichado a decenas de antiguos trabajadores de Apple, ha adquirido una startup fundada por dos figuras clave del diseño industrial de Cupertino y ha cerrado acuerdos con los mismos proveedores que ensamblan iPhones y AirPods. Todo apunta a que está construyendo su primer dispositivo nativo de IA.

Del software al objeto: una transición calculada

La operación más llamativa fue la compra de io Products en mayo de 2025. Fundada por Jony Ive y Tang Tan, dos históricos de Apple, la startup fue absorbida por OpenAI por unos 6.500 millones de dólares, según medios estadounidenses. Desde entonces, al menos 25 personas procedentes de Apple se han sumado al equipo de hardware de la empresa.

Tang Tan lidera ahora esta nueva división, que cuenta con perfiles especializados en sonido, sensores, interfaces, cámaras y diseño industrial. Algunos formaron parte de equipos responsables del Apple Watch o los AirPods. El dispositivo más avanzado sería un altavoz inteligente sin pantalla, aunque también se exploran otras formas: gafas, pines, grabadoras o auriculares.

Una interfaz que empieza por la voz

Lo que OpenAI persigue no es otro altavoz ni otro wearable. Quiere un dispositivo concebido desde cero para interactuar con modelos de lenguaje. No partiría de un sistema operativo clásico, ni de una interfaz basada en apps, sino de una experiencia centrada en la conversación. Todo —el diseño físico, la activación por voz, la gestión de la atención— gira en torno a cómo habla una persona con una IA.

La apuesta es clara: crear una nueva categoría de producto. Uno en el que el hardware no es solo soporte, sino la expresión física de una inteligencia artificial.

La cadena de montaje también se importa

No solo el talento viene de Apple. También los socios. OpenAI ha cerrado acuerdos con Luxshare, fabricante de AirPods y ensamblador del iPhone, y ha contactado con Goertek, otro proveedor clave de componentes de audio. Ambas empresas tienen sede en China y llevan años integradas en la cadena de suministro de Apple.

Este modelo, tan probado como sensible, reproduce el esquema californiano de diseño local y fabricación asiática. Pero también puede tensar relaciones. Apple sigue siendo aliada de OpenAI en ciertos frentes —como la integración de ChatGPT en Siri—, pero compartir proveedores y ex empleados puede alterar ese equilibrio.

Precedentes que no despegaron

Startups como Humane o Rabbit intentaron antes lo mismo: construir dispositivos sin pantalla basados en IA. También lo hicieron con talento procedente de Apple. Y también se enfrentaron a retos técnicos, expectativas infladas y realidades de mercado difíciles de sortear. Sus primeros productos no lograron tracción ni entusiasmo sostenido.

OpenAI tiene algunas ventajas: controla el software, dispone de capital, y ahora, de la estructura para hacer hardware. Pero incluso con todos esos elementos, el factor decisivo será la adopción. ¿Está el público preparado para incorporar un objeto que no se ve, no se toca y se activa con la voz?

Lo que se decide en ese primer gesto

Si el primer dispositivo se lanza a finales de 2026, como apuntan fuentes de The Information, será más que un producto: será una declaración de intenciones. ¿Puede un aparato sin pantalla ni apps convertirse en la nueva forma de acceder a la inteligencia artificial? ¿Y qué implica eso para quienes, como Apple o Google, han basado su poder en controlar pantallas, sistemas y tiendas de apps?

OpenAI no solo quiere fabricar hardware. Quiere redibujar el mapa de cómo interactuamos con la tecnología. Y esa batalla empieza por la forma, pero se decidirá en el uso.

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