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En las horas en que el metro va medio vacío, un grupo de robots con diseño amable, conocidos como ‘pingüinos’ en medios chinos por su silueta redondeada cruza estaciones, sube a los vagones y entrega pedidos en tiendas 7​-Eleven. La escena es real. Ocurre en la ciudad china de Shenzhen. Y no es solo una imagen simpática, sino un piloto para convertir el subsuelo en vía logística.

Viajan solos, pero no van a ciegas

Son 41 robots autónomos, diseñados por VX Logistics, filial del grupo inmobiliario Vanke. Miden un metro, ruedan sobre cuatro ruedas y llevan sensores LiDAR para evitar obstáculos. Se conectan con el sistema del metro para saber cuándo viene el tren, qué ascensor está libre o dónde se encuentra cada tienda. No tienen operador humano. Funcionan con un sistema de planificación automática basado en inteligencia artificial.

De almacén a tienda, sin salir a la calle

Hasta ahora, las tiendas subteráneas se abastecían con carritos empujados desde la superficie. El nuevo modelo propone lo contrario: usar la red del metro como canal de distribución. No para llegar al cliente final, sino para cubrir lo que en logística se llama la “milla intermedia”, ese tramo entre el almacén central y los puntos de venta. Se hace en horarios valle, cuando los trenes circulan con espacio libre.

Quién coordina el reparto

Todo se gestiona desde una plataforma central. La IA cruza datos de demanda en tiendas, horarios de trenes y ubicación de los robots. Así define qué robot sale, a qué hora y por qué estación. El sistema está conectado al operador del metro, que ha habilitado accesos y ascensores para que los robots puedan moverse por la red como un pasajero más.

Curiosos, sí. Discretos, no tanto

En sus primeros viajes, los robots provocaron paradas improvisadas. Pasajeros que los rodeaban para grabarlos. Escenas compartidas en redes sociales, pero también preguntas pendientes: ¿qué pasa si un robot se detiene en una escalera? ¿quién responde si choca con alguien? El piloto, por ahora, se limita a franjas de baja afluencia y a estaciones adaptadas. Forma parte del “Embodied Intelligent Robot Action Plan” del gobierno local, que prevé incorporar robots en espacios públicos para 2027.

Comparar no es copiar

En ciudades como San Francisco, Helsinki o Londres, los robots de reparto circulan por aceras y cruzan semáforos. Suelen cubrir la “última milla”, el trayecto hasta el cliente final. Lo de Shenzhen es distinto. Usa el subsuelo, una red ya existente, y automatiza una parte intermedia de la cadena. El modelo no tiene réplica exacta fuera de China.

Lo que hay en juego

No es solo una prueba tecnológica. Es una decisión sobre el uso del espacio público. ¿Puede el metro ser también una vía para mercancías? ¿Qué pasa cuando los robots comparten ascensor con personas? El piloto de Shenzhen no responde aún, pero instala la pregunta. Con una sonrisa de LED, estos robots conocidos como ‘pingüinos’ ya están dentro del sistema.

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