Estuvo años en silencio, en segundo plano, esperando a que alguien dijera “Oye Siri” con la esperanza de recibir algo útil. Pero la voz de Apple ya no quiere ser solo una voz. Según adelantó Bloomberg esta semana, la compañía trabaja en una transformación que le da cuerpo, mirada y movimiento. Un robot de sobremesa, cámaras que piensan y una Siri que ya no se esconde. El hogar como nuevo escenario, y la inteligencia artificial como protagonista que quiere ser vista.
Una lámpara que te sigue con los ojos
Parece una lámpara de Pixar, pero con pantalla. Es un iPad sobre un brazo robótico, capaz de girar hacia quien habla, seguirle con la mirada y responder con gestos digitales. Se mueve, asiente, escucha. Está diseñado para colocarse sobre la encimera o el escritorio, y convertirse en una especie de “compañía útil” que no necesita ser llamada todo el tiempo.
Bloomberg describe este robot como el centro de una nueva línea de dispositivos, que también incluiría cámaras domésticas con inteligencia artificial y versiones más ambiciosas: desde robots móviles hasta asistentes humanoides en exploración. Pero el foco, por ahora, está en algo más sencillo: presencia. Que Siri se note.
Hablar con alguien que recuerda
Detrás de este nuevo cuerpo hay una nueva mente. Apple trabaja con modelos de lenguaje más avanzados —como los que usan ChatGPT o Claude— para que Siri entienda mejor, recuerde más, se anticipe. La idea es que ya no solo responda preguntas, sino que sostenga conversaciones. Que recuerde lo que te preocupa, lo que cocinaste ayer o lo que olvidaste decir.
Según Bloomberg, Apple tiene dos variantes en pruebas: una desarrollada internamente, conocida como “Linwood”; y otra que se apoya en tecnología de Anthropic, bajo el nombre de “Glenwood”. Ambas buscan una Siri que no solo entiende lo que dices, sino el momento en que lo dices.
Cámaras que escuchan sin pedir permiso
Para funcionar, esta nueva Siri necesita ver. Y oír. Por eso Apple prepara cámaras con IA y sensores que captan sonido ambiente, movimientos y patrones de comportamiento. Todo, según promete, procesado en el propio dispositivo. Sin nube, sin envíos masivos de datos.
Aun así, no deja de ser un sistema de vigilancia que vive dentro de casa. Aunque tenga carita de Memoji.
El riesgo de llegar cuando ya pasó el tren
Durante años, Siri fue más chiste que ayuda. Mientras tanto, Google, Amazon y OpenAI cambiaron la forma en que hablamos con la tecnología. Apple llega ahora con un plan ambicioso, pero lo hace desde atrás. Y en esta carrera, llegar tarde exige algo más que diseño bonito.
El salón como teatro
Amazon probó suerte con Astro, un robot con ruedas que patrulla la casa. Google tiene cámaras Nest que ya “interpretan” lo que pasa en el salón. Apple, fiel a su estilo, no quiere parecer disruptiva. Prefiere entrar despacio, por la cocina, con un gesto amable. Pero propone convertir a Siri en alguien.
Una pantalla que observa
No hace falta gritar “Oye Siri”. Basta con estar ahí. La nueva promesa de Apple no es una función, es una presencia. Una pantalla que te mira mientras cocinas, una voz que recuerda tus rutinas, un robot que no duerme. La pregunta ya no es si funciona. Es si queremos compartir la casa con alguien que no se va.
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