La aplicación Sora ya se puede usar en móviles Android. Aunque por ahora no está disponible en España, su llegada al sistema operativo más usado del mundo marca un punto de inflexión. Por primera vez, generar un video con inteligencia artificial en el que aparece tu rostro está a solo unos toques de distancia. El gesto es sencillo. Las implicaciones, no tanto.
Un texto, una imagen, un video en segundos
Sora funciona como una interfaz que conecta con los servidores de OpenAI, donde ocurre toda la generación. El móvil apenas actúa como intermediario. El usuario introduce un texto que describe la escena, puede subir una imagen (como su rostro) y, en pocos segundos, recibe un video generado con ese contenido. La versión móvil está optimizada para formatos verticales, pensados para redes sociales.
La nueva versión, Sora 2, promete avances en coherencia de movimiento, sincronización de audio y continuidad en los personajes. Es decir, menos errores y más realismo. La creación no ocurre en el dispositivo, lo que permite que funcione incluso en móviles sin grandes recursos.
Crear, compartir, repetir
La propuesta va más allá del simple uso técnico. Sora también funciona como una especie de red social. Una vez creado el video, el usuario puede compartirlo dentro de la propia aplicación, alimentando un ecosistema que se retroalimenta de creaciones personales. La gran promesa es la inmediatez de transformar una idea y una imagen en un clip convincente sin necesidad de conocimientos de edición. Se puede usar la propia cara para generar escenas que van de lo realista a lo fantástico. El límite, al menos en teoría, está en la imaginación.
Una cara que viaja a la nube
Usar Sora con rostro propio implica ceder una imagen personal para su procesamiento en la nube. Aunque OpenAI asegura que Sora 2 mejora el control de identidad y la seguridad, no se han detallado todas las políticas sobre el tratamiento de datos sensibles. La app solicita acceso a imágenes del usuario si se desea incluir el rostro en los videos generados. La empresa indica que los servidores gestionan todo el proceso, y que el contenido generado no requiere un dispositivo potente. Sin embargo, no queda claro si las imágenes se almacenan, por cuánto tiempo o con qué fines.
Deepfakes al alcance del pulgar
Aunque la aplicación no está disponible en España, la facilidad de uso plantea dudas conocidas. La posibilidad de generar videos con rostros reales podría utilizarse para fines cuestionables. Las imágenes manipuladas, conocidas como deepfakes, ya son un problema en redes sociales y entornos políticos. Al reducir las barreras tecnológicas, también se reduce el umbral para crear este tipo de contenido.
El debate sobre los derechos de imagen y la necesidad de etiquetado explícito (como marcas de agua o metadatos verificables) sigue abierto. En paralelo, algunos gobiernos ya han comenzado a cuestionar los usos de estas herramientas. Japón, por ejemplo, ha pedido a OpenAI que Sora 2 no infrinja los derechos de autor de obras de manga y anime.
Una carrera por el control narrativo
Frente a otras plataformas de generación de video, Sora destaca por su enfoque directo dónde el usuario escribe, elige una imagen y obtiene un resultado creíble. La facilidad y el formato vertical la acercan al universo de TikTok o Instagram Reels, pero con un matiz clave, aquí no se graba, se genera.
El despliegue progresivo (EE. UU. primero, luego otros países) recuerda a otras estrategias tecnológicas. Pero también refleja un entorno donde las legislaciones, las plataformas y los usuarios se mueven a ritmos distintos.
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