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The New York Times ha vuelto a los tribunales. Esta vez no contra un gigante tecnológico, sino frente a una startup de rápido crecimiento: Perplexity AI. El medio neoyorquino acusa a la compañía de infringir derechos de autor al utilizar sus artículos para entrenar y alimentar productos de inteligencia artificial sin permiso ni compensación. La demanda, presentada el pasado viernes, no es la primera de su tipo, pero suma presión sobre un sector en el que la línea entre inspiración y apropiación se vuelve cada vez más difusa.

Una IA que responde como si supiera demasiado

Perplexity AI desarrolla sistemas basados en inteligencia artificial para ofrecer respuestas a preguntas de usuarios. Su tecnología principal se llama RAG («retrieval-augmented generation»), un enfoque que combina la generación de texto con la recuperación de información desde diversas fuentes web. Es decir, su IA busca datos en internet en tiempo real para construir respuestas más precisas.

Según la demanda, el problema no es solo que Perplexity use información de terceros, sino que sus respuestas reproducen, a veces casi literalmente, textos protegidos por derechos de autor. Y en muchos casos, estos contenidos provienen de medios como The New York Times, sin que exista un acuerdo ni remuneración alguna.

El modelo de negocio en disputa

Perplexity ha intentado apaciguar a los editores con iniciativas como el «Publishers’ Program», que reparte ingresos publicitarios con medios participantes, y con Comet Plus, una versión de pago de su asistente que promete destinar el 80% de la suscripción mensual a los editores. Sin embargo, *The New York Times *nunca fue parte de estos programas. La demanda sostiene que Perplexity está construyendo un producto comercial que compite directamente con el diario, ofreciendo resúmenes y respuestas que reemplazan la lectura del contenido original. Y, además, lo hace, según el diario, «raspando» incluso contenido que está detrás de muros de pago.

Datos, muros y atribuciones erróneas

El caso también señala un problema recurrente en las herramientas de IA, las alucinaciones. The New York Times acusa a Perplexity de generar respuestas que no solo reproducen su contenido, sino que en ocasiones le atribuyen información falsa, lo que daña su reputación. Además, destaca que ha contactado a la empresa varias veces durante los últimos 18 meses, sin llegar a ningún acuerdo. Esta demanda llega apenas un año después de que el diario enviara una carta de cese y desista a Perplexity, y en paralelo mantiene una acción legal contra OpenAI y Microsoft por motivos similares de uso de contenido periodístico sin licencia para entrenar modelos de lenguaje.

Demandas cruzadas y precedentes en formación

No es un conflicto aislado. Otras editoras como News Corp, Encyclopedia Britannica, Nikkei o Reddit también han iniciado acciones contra Perplexity. En paralelo, se espera que sentencias como la reciente en el caso de Anthropic, que aceptó pagar 1.500 millones de dólares por el uso de libros pirateados para entrenar su IA, sienten precedentes.

Jesse Dwyer, portavoz de Perplexity, ironizó en declaraciones a TechCrunch: “Los editores han estado demandando a nuevas tecnologías desde hace un siglo, la radio, televisión, internet, redes sociales y ahora la IA. Por suerte, nunca ha funcionado o seguiríamos hablando por telégrafo”.

Un campo minado entre colaboración y litigio

La paradoja es evidente. The New York Times no rechaza colaborar con empresas de IA, mantiene acuerdos de licencia con Amazon, entre otros. Pero exige que se valore su contenido. La demanda contra Perplexity busca precisamente eso, obligar a negociar, desde una posición de fuerza.

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