Durante el Zurich Summit, un congreso de cine con más pantallas que butacas, apareció una estrella sin pasado que recordar ni futuro que envejecer. Tilly Norwood no tiene biografía, ni carrera, ni cuerpo. Pero ya hay agentes que quieren representarla. Es una actriz de inteligencia artificial. Y dice estar lista para su primer protagónico.
Una cara inventada, pero familiar
Tilly no es un avatar ni un deepfake. Es una construcción entera del estudio Xicoia, con sede en Londres. Generada por algoritmos, entrenada con miles de rostros, ajustada hasta parecer única. Nadie la ha visto en persona porque no hay persona. Pero su rostro ya circula como si lo fuera.
Eline Van der Velden, actriz y productora, fue quien la presentó en el Zurich Summit. Confirmó lo que hasta hace poco sonaba a ocurrencia de laboratorio, varios agentes de talento ya han mostrado interés. Tilly podría firmar contrato antes de fin de año.
No duerme, no improvisa, no cobra extra
La propuesta es clara. Una actriz sin agendas, sin agotamiento, sin cláusulas de exclusividad. Puede actuar en varios idiomas, modificar su edad, cambiar de look en segundos. Todo programado. Todo bajo control. Para una industria obsesionada con la eficiencia, es una tentación de menos riesgo y más producto. No hay egos, ni enfermedades, ni renegociaciones. Solo rendimiento.
De qué está hecha una actriz así
Detrás de Tilly hay millones de datos. Rostros de mujeres jóvenes, procesados para crear uno nuevo. Una voz modelada con IA, diseñada para sonar empática y expresiva. Gestos y movimientos animados a partir de bibliotecas de captura corporal. El resultado es una figura que no existe, pero actúa como si existiera. Su primera aparición fue en un sketch digital llamado AI Commissioner, producido por Particle6. Una carta de presentación breve, inofensiva, funcional.
El debate no tarda
Melissa Barrera fue una de las primeras en reaccionar. En declaraciones recogidas por The Independent, escribió en redes: «Si tu agente representa actores de IA, busca otro agente». Mara Wilson preguntó: «¿Se usaron nuestros rostros sin permiso?». Las respuestas no son claras. Xicoia dice que todo fue generado de forma ética, pero no detalla cómo. En redes, el escepticismo fue inmediato. “¿Dónde queda la experiencia humana?”, “Esto no es actuación”, “¿Y los derechos de imagen?”. Las preguntas recuerdan las huelgas de guionistas y actores en 2023, donde el uso de IA fue uno de los nudos.
No es la primera, pero va más lejos
Ya hubo modelos digitales en pasarelas y anuncios. Incluso influencers generados por IA. Pero Tilly apunta más alto. No quiere vender perfumes, quiere actuar. Tener agente. Competir por papeles. Su aspiración es convertirse en una actriz de catálogo. Lista para rodar. Capaz de sostener una franquicia entera sin envejecer ni cambiar de salario.
El espejo que no devuelve la mirada
Tilly plantea un dilema real. Si puede emocionar, ¿importa que no exista? Si puede interpretar, ¿importa que no sienta? Mientras los despachos discuten contratos y los festivales abren espacio para su imagen, el público aún no ha decidido si la quiere en pantalla. Su futuro, al menos por ahora, depende menos de la tecnología que de la aceptación. Y eso, en Hollywood, nunca es solo una cuestión técnica.
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