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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, instó hoy a un impulso conjunto en Europa para el desarrollo de vehículos autónomos impulsados por inteligencia artificial. Durante su intervención en la “Italian Tech Week” en Turín, recalcó que una estrategia “AI first” —con el enfoque puesto en la movilidad— podría revitalizar la industria automotriz europea y mejorar la seguridad en las carreteras.

Un paso hacia la “Europa del coche autónomo”

Von der Leyen denunció que Europa está rezagada respecto a Estados Unidos y China en materia de conducción automatizada, y reclamó que lo que ya es una realidad en esos países también lo sea “aquí”. Propuso la formación de una red de ciudades europeas piloto donde probar estas tecnologías; según ella, 60 alcaldes italianos ya han mostrado interés.

Además, subrayó que esta apuesta no solo es tecnológica, sino también estratégica: quiere automóviles “hechos en Europa y para las calles europeas”.

Motivos y promesas detrás de la iniciativa

Von der Leyen planteó varias razones por las que la IA en el transporte debe tener prioridad:

  • Seguridad vial: la conducción automatizada podría reducir errores humanos, uno de los principales factores de accidente.

  • Descongestión y conectividad: ayudaría a mejorar el flujo en zonas urbanas y conectar zonas remotas al transporte público.

  • Competitividad industrial: con la industria automotriz en crisis frente al empuje de Asia y EE. UU., esta apuesta técnica podría recuperar terreno.

  • Preservación de empleos: aunque introduce cambios, se supedita a que la transición digital no destruya tejido industrial, sino que lo transforme.

Retos y obstáculos a superar

La idea, aunque ambiciosa, conlleva desafíos notables:

  • Infraestructura adecuada: vías, sensores, conectividad 5G/6G, mantenimiento y regulación local deben ponerse al nivel técnico exigido.

  • Regulación y marco legal: habrá que definir responsabilidades, seguros, normas de circulación para vehículos autónomos, privacidad de datos y estándares comunes entre países.

  • Inversión y coordinación: debe haber un esfuerzo coordinado entre sectores público y privado, gobiernos nacionales, fabricantes, centros de investigación y ciudades piloto.

  • Desigualdad tecnológica regional: algunas regiones europeas están más preparadas que otras para asumir esta transición, lo que podría acentuar disparidades.

Qué implica para Europa

Si esta estrategia prospera, podría suponer un cambio en el modelo de movilidad europea. Europa podría liderar una nueva generación de transporte inteligente, con producción local y tecnología integrada. Sin embargo, el éxito dependerá de que todas las piezas —normativa, tecnología, financiación, voluntad política— encajen y avancen al mismo ritmo.

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