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La plataforma que muchos asocian con reuniones remotas acaba de marcar un hito inesperado en el campo de la inteligencia artificial. Zoom ha anunciado que su sistema de IA ha superado a todos los competidores en una de las pruebas más exigentes del sector: Humanity’s Last Exam.

Una prueba diseñada para hacer tropezar a las máquinas

Humanity’s Last Exam (HLE) no es una prueba cualquiera. Reúnida por expertos en educación y ciencia computacional, esta evaluación plantea miles de preguntas de nivel universitario en disciplinas tan variadas como matemáticas, biología, derecho o filosofía. Más que medir conocimientos, HLE evalúa la capacidad de razonar, sintetizar y argumentar, justo lo que hasta hace poco separaba a los humanos de los sistemas automatizados.

Una IA que piensa en equipo

El sistema de Zoom no es un modelo monolítico. Funciona con una arquitectura federada que combina diferentes modelos de lenguaje y estrategias de resolución. El proceso se divide en tres fases: exploración, verificación y federación. En la primera, varios modelos proponen posibles respuestas. En la segunda, se someten a un escrutinio cruzado para descartar errores lógicos. Finalmente, el sistema integra las mejores aportaciones en una respuesta definitiva.

Esta arquitectura se basa en un sistema de selección llamado Z-scorer, que orquesta modelos propios de Zoom junto con sistemas avanzados desarrollados por otros laboratorios. Una estrategia híbrida que aprovecha lo mejor de cada modelo para tareas específicas.

Con esta metodología, Zoom logró una puntuación del 48,1 % en el examen completo. Esto supone un salto significativo respecto al 45,8 % alcanzado por Gemini 3 Pro con herramientas, el modelo más avanzado de Google hasta la fecha.

Datos, contexto y memoria a largo plazo

Este enfoque no solo mejora la precisión en tareas complejas. También permite manejar mejor el contexto y realizar operaciones que requieren memoria a largo plazo. El sistema de Zoom puede sintetizar documentos extensos, detectar contradicciones internas y extraer acciones clave con una capacidad próxima a la de un asistente humano experto.

De los laboratorios al uso cotidiano

Según la compañía, esta tecnología ya está integrada en sus productos de comunicación y productividad bajo la marca AI Companion 3.0. Entre otras funciones, permite generar resúmenes de reuniones, anticipar temas críticos en conversaciones y automatizar flujos de trabajo. La idea es trasladar estas capacidades al día a día de millones de usuarios.

La versión 3.0 introduce además un giro hacia asistentes más autónomos. Incluye capacidades para transformar sugerencias en acciones concretas, manejar tareas dentro y fuera de Zoom y adaptarse a flujos de trabajo complejos. También añade compatibilidad con plataformas externas como Google Meet o Microsoft Teams, ampliando el alcance de esta IA más allá del ecosistema propio de Zoom.

Una carrera que ya no es sólo de gigantes

Hasta ahora, las grandes marcas del sector —Google, OpenAI, Anthropic— dominaban los titulares sobre avances en IA. El caso de Zoom introduce una variable nueva: empresas centradas en productividad también pueden innovar en inteligencia general. La clave no está solo en el tamaño de los modelos, sino en cómo se orquestan distintas piezas.

Aunque la marca celebra su logro, el liderazgo ya es discutido. La herramienta DeepWriter asegura haber alcanzado un 50,91 % en el mismo benchmark en noviembre. Y la versión más reciente de GPT-5.2 ya ha llegado al 50 %. En este contexto, el margen es estrecho y cambiante. Aun así, el enfoque federado empieza a perfilarse como una vía atractiva para empresas que quieren capacidades avanzadas sin desarrollar sus propios modelos desde cero.

Preguntas que siguen abiertas

Zoom no ha publicado la metodología completa usada en la evaluación ni los pesos individuales de los modelos implicados. Como en otros hitos recientes, la transparencia sigue siendo una deuda pendiente. La comunidad investigadora espera detalles antes de validar plenamente los resultados.

Pero el resultado ya está sobre la mesa. Y obliga a replantear qué significa hoy «razonar» para una máquina.

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