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Hace tres meses se conoció el último informe del Índice de IA (HAI) de la Universidad de Stanford, en el que se constataba que la IA estaba superando en competencias cognitivas, proceso propio de la inteligencia humana, como la resolución de problemas matemáticos, la clasificación de imágenes, la comprensión lectora o el razonamiento visual que se acerca a la capacidad humana básica. Un informe intrigante, atendiendo a que, por un lado, pone en evidencia que cada vez más en el futuro, que ya es presente, la interacción y cooperación entre humanos, robots inteligentes e IA se incrementará y obligará a transformar nuestra actividad profesional y relacional en la vida diaria. Y, por otro lado, reabre las preguntas sobre si las IA pueden superar la inteligencia humana y convertirse en agentes totalmente autónomos, así como qué ocurriría si eso llegara a suceder.

Sin duda, la IA ha roto las barreras lingüísticas, mejorado la comunicación intercultural y facilitado las relaciones gracias a los avances en el procesamiento del lenguaje natural, la respuesta a preguntas o el análisis de sentimientos. También aporta capacidad en la detección de fraudes y en el reconocimiento de imágenes, ayudando, entre otros, a la diagnosis médica. Por ello, se puede concluir que ha superado, o está en proceso de superación, de diversas capacidades humanas en muchas actividades. Sin embargo no debemos olvidar, siendo una herramienta que puede complementar al humano, que está muy lejos de disponer de habilidades como la tolerancia, la resiliencia, la adaptabilidad al cambio, la empatía, el juicio moral y ético, la intuición, el coraje, el sentido del humor o la autoconciencia, clave en muchas actuaciones humanas, que son propias de las personas. Las IA, si bien pueden simular algunas de ellas, están muy lejos de desarrollarlas de forma auténtica, por lo es necesario comprender cómo funciona la IA, pero también sus límites.

En este contexto, con independencia del posicionamiento propio sobre la tecnología y el grado de comprensión de las IA, no podemos ni debemos olvidar que la IA, hoy por hoy, es solo una herramienta, no un fin en sí mismo. Una herramienta que permite enriquecer y optimizar nuestro trabajo profesional o el descubrimiento y adquisición de nuevos conocimientos. Por ello, es imprescindible comprender su funcionamiento y saber cómo usarla para ser más eficientes, sin caer en los errores o conclusiones erróneas que puede aportar, y a la vez, potenciar nuestro proceso de aprendizaje.

Es en este contexto, con la omnipresencia creciente de la IA, debemos pensar si los modelos educativos básicos y la formación continua son adecuados, asumiendo que no es suficiente conocer lo que la tecnología puede hacer, sino también lo que no puede ser. En otras palabras, enseñar en una sociedad con inteligencia artificial implica una doble responsabilidad: alfabetizar tecnológicamente, pero también profundizar en lo humano, incluyendo cuestiones éticas sobre su uso y las implicaciones sociales de la tecnología.

Por ello, es imprescindible que las personas comprendan cómo funcionan los algoritmos, qué significa que una IA aprenda y qué riesgos y beneficios trae su uso en la vida cotidiana. También es imprescindible que en escuelas, universidades y espacios de formación profesional se fortalezcan aquellas habilidades que la IA no puede replicar auténticamente: la empatía, la creatividad emocional, la adaptabilidad desde la experiencia vivida o la capacidad de actuar con ética en contextos complejos, recordando lo que hace única a la inteligencia humana. Por ello, es necesario potenciar la reflexión ética y las dinámicas que desarrollen la autoconciencia y la toma de decisiones con sentido.

Necesitamos métodos de aprendizaje con más razonamiento para entender en profundidad todas las cosas, asumiendo que la inteligencia artificial puede apoyar, pero no reemplazar, el desarrollo moral, emocional y social de las personas, y que debemos aprender lo que nos hace humanos, autoconscientes y autónomos frente a la adversidad y lo desconocido.

Antoni Garrell Guiu

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.
Antoni Garrell Guiu

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.

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