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En un movimiento sin precedentes, cientos de cantantes y músicos de renombre internacional han levantado la voz en un clamor colectivo contra las grandes empresas de inteligencia artificial. Artistas de la talla de Billie Eilish, Katy Perry, Raphael, Luis Fonsi, Manuel Carrasco, Luz Casal, Lola Índigo y Juanes, entre otros, han firmado una carta pública denunciando el uso no autorizado de su música para entrenar modelos de inteligencia artificial. Esta acción, según argumentan, no solo infringe sus derechos de autor sino que también amenaza con diluir los ingresos que perciben por concepto de derechos, poniendo en riesgo su sustento y el valor intrínseco de su arte.

Esta carta representa una de las protestas más significativas de la industria musical contra la tecnología de inteligencia artificial generativa. Los artistas expresan su preocupación por cómo estas herramientas, capaces de sorprendernos con creaciones como ChatGPT y Midjourney, se basan en material previamente creado por humanos sin ofrecer la debida atribución o compensación. La filtración de listas que incluyen a miles de artistas de todas las épocas, utilizadas como base para los resultados finales de la IA, ha exacerbado estas preocupaciones.

Más de 200 artistas, incluidos Billie Eilish y Katy Perry, firman una carta abierta acusando a la IA de ‘devaluar la música’ y utilizar su trabajo sin consentimiento.

Los firmantes de la carta hacen un llamado a la responsabilidad en el uso de la IA, reconociendo su potencial para avanzar la creatividad humana y enriquecer las experiencias musicales de los fans. Sin embargo, advierten sobre los riesgos que representa el uso irresponsable de estas tecnologías para sabotear la creatividad y socavar a los artistas, compositores, músicos y titulares de derechos. La IA, argumentan, plantea «enormes amenazas» a su capacidad para proteger su privacidad, identidad, música y medios de vida.

La carta, parte de una campaña más amplia de protesta de artistas y creadores contra la inteligencia artificial generativa, subraya los problemas éticos y jurídicos constantes relacionados con la infracción de los derechos de autor y los derechos laborales. Los sindicatos de artistas instan a los legisladores y empresas tecnológicas a regular el uso de la IA, mientras que los estudios exploran su potencial para reducir los costos de producción.

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