En diciembre de 2015, Elon Musk y Sam Altman cofundaron OpenAI con la misión de desarrollar inteligencia artificial (IA) segura y beneficiosa para la humanidad. El proyecto nació como una organización sin fines de lucro, con la intención de evitar que la IA quedara en manos de un pequeño grupo de empresas. Sin embargo, casi una década después, la visión compartida de estos pioneros ha dado paso a una feroz disputa legal y empresarial.
Inicio del conflicto
El conflicto comenzó en 2018, cuando Musk abandonó la junta directiva de OpenAI, alegando posibles conflictos de interés con sus otras empresas, como Tesla. Desde entonces, Musk ha criticado abiertamente a OpenAI por desviarse de su propósito original, especialmente tras su transformación en una empresa con fines de lucro y su estrecha alianza con Microsoft. Musk sostiene que OpenAI se ha convertido en una subsidiaria de la multinacional, traicionando el compromiso de transparencia y acceso abierto con el que nació la organización.
En febrero de 2024, Musk presentó una demanda contra OpenAI, Altman y otros ejecutivos, acusándolos de incumplir el acuerdo fundacional al priorizar intereses comerciales sobre el beneficio público. La queja sostiene que OpenAI ha alcanzado parcialmente la Inteligencia Artificial General (AGI) y que su tecnología ya representa un riesgo existencial. Sin embargo, muchos expertos en IA discrepan, afirmando que la AGI aún es un concepto teórico lejos de materializarse.
La respuesta de OpenAI no tardó en llegar. La empresa negó rotundamente las acusaciones, revelando correos electrónicos en los que Musk respaldaba la conversión de OpenAI en una entidad con fines de lucro antes de dejar la junta. Además, señalaron que Musk intentó fusionar OpenAI con Tesla y asumir el control de la compañía, una propuesta rechazada por el equipo fundador. Desde entonces, Musk ha intensificado sus críticas, incluso ridiculizando a OpenAI en su plataforma X (antes Twitter), llamándola “ClosedAI” en referencia a su giro hacia un modelo más restrictivo.
De la mentoría a la rivalidad
El distanciamiento entre Musk y Altman no fue repentino. Su relación comenzó con un vínculo de mentoría, ya que Musk fue una figura inspiradora para Altman, quien lo conoció en una visita a SpaceX organizada por YCombinator en la década de 2010. Su interés por la IA se consolidó en 2014, cuando comenzaron a intercambiar ideas sobre los riesgos de esta tecnología. En 2015, decidieron fundar OpenAI como un laboratorio que rivalizara con DeepMind de Google, sumando al científico Ilya Sutskever y al empresario Greg Brockman al equipo.
Musk impulsó una financiación inicial de mil millones de dólares, aunque, según correos electrónicos publicados por OpenAI, su aporte final fue de solo 45 millones. Su impaciencia creció con el tiempo, llegando a sugerir que OpenAI pasara a formar parte de Tesla para acelerar su desarrollo. También reclutó a uno de los principales investigadores de OpenAI y este comparó desfavorablemente sus avances con los de Google. En 2018, finalmente se apartó de la compañía, y desde entonces ha mantenido una relación tensa con Altman y su equipo.
El futuro de OpenAI y la IA global
En febrero de 2025, Musk lideró un grupo de inversores que ofreció 97.400 millones de dólares para tomar el control de OpenAI y revertirla a una organización sin fines de lucro. Altman rechazó la oferta, lo que intensificó aún más el enfrentamiento entre ambos líderes.
Este conflicto pone de relieve el dilema ético en torno al desarrollo de la IA. Musk insiste en un enfoque más regulado y abierto, mientras que Altman argumenta que el avance de la IA requiere grandes inversiones y asociaciones estratégicas. La batalla entre ambos no solo afecta el futuro de OpenAI, sino que también influirá en la dirección de la inteligencia artificial en el mundo.
El resultado de esta disputa podría definir si la IA se mantendrá como una tecnología accesible y transparente o si su desarrollo quedará en manos de grandes corporaciones con intereses comerciales. La historia de OpenAI, que comenzó como un sueño compartido para democratizar la IA, se ha convertido en un reflejo de las tensiones entre innovación, regulación y poder corporativo en la era digital.
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